El estrés térmico del bombero, asignatura de la industria El bombero ejerce una profesión de riesgo extremo. Se enfrenta a múltiples peligros en un entorno hostil, nuevo en cada servicio y, con frecuencia, impredecible en su evolución. El bombero es como un moderno héroe polivalente: interviene en accidentes de todo tipo, ya sean terrestres, acuáticos, en instalaciones industriales, con riesgos químicos, eléctricos, en terremotos y otras catástrofes..., donde ejerce el noble cometido de salvar vidas o, en el peor de los casos, rescatar víctimas. La propia polivalencia del bombero determina su poli-exposición al riesgo. No obstante, nos limita- remos a un clásico de los bomberos, como es el riesgo térmico que, en el caso de estos profesiona- les, tiene dos vertientes: el calor externo y el calor metabólico. Sobre el primero poco hay que decir. Todo incendio supone la combustión de materiales que libe- ran energía (calor) y cuya magnitud depende de la carga de fuego y otras variables como la velocidad de combustión, el material, etc. En cuanto al calor metabólico, es el resultado de la actividad física humana. Con sólo movernos, consumimos energía, que se transforma parcialmente en calor (100- 350 vatios con actividad moderada). Antes de iniciar cualquier intervención, un bombero en buen estado físico ya ha comenzado a sudar por efecto de su sistema termo-regulador. En plena actividad de extinción un bombero tiene que manejar mangueras, lanza de extinción, abre-puertas, máscara de socorro..., además de cargar su espaldera y su botella (o botellas) de oxígeno.. Sin que sea posible establecer una media fija, estadís- ticamente un bombero, en una extinción urbana, puede cargar de 25 a 50 kilos, lo que representa entre un 30% y un 60% del peso corporal de un individuo de 80 kilos. La disipación del calor metabólico en tales circunstancias se hace crítica. Se suman el calor corporal y el calor del siniestro, y sobreviene el riesgo de estrés térmico por calor. Sin sudoración, la tempera- tura corporal del bombero se elevaría, provocando un accidente severo por golpe de calor en un cuarto de hora. Huelga insistir sobre los problemas que genera una situación de este tipo en la pro- pia víctima, el equipo y las tareas de extinción-salvamento. De ahí que los fabricantes de material de protección para bomberos se debatan frente al reto perma- nente de crear equipos ergonómicos en toda la extensión del término, diseñados para no ser un freno a la movilidad del usuario, confortables y que disminuyan al máximo la sensación térmica. La reducción del denominado estrés térmico es, hoy por hoy, la asignatura que requiere de la máxima atención por parte de los fabricantes. La evolución de las prendas y los equipos busca brindar la protección necesaria, sin llegar a la sobre- protección, condición que, como hemos visto, puede ser determinante en la aparición del estrés tér- mico. En Interschutz 2010, certamen consagrado a las actividades de lucha contra el fuego y el resca- te, podremos conocer los últimos avances en esta materia: nuevas fibras y combinaciones de éstas, sistemas multi-capa, nuevos tejidos de comodidad y prestaciones inéditas, forros y membranas, siste- mas de medición de la sudoración y análisis termo-grafico, nuevas opciones estéticas y de imagen... Por su parte, Gaceta de la Protección Laboral se complace en incluir en esta edición un monográfico sobre el trabajo de los bomberos. Es nuestro particular homenaje a unos profesionales abnegados cuyas vidas laborales, enfrentadas al estrés térmico, transcurren sobre ascuas.