4oTrimestre09 | PROTECCIÓN LABORAL 61 Informes y estudios • Un número creciente de mujeres está accediendo al mercado de trabajo, lo cual es una buena noticia –y, de hecho, uno de los obje- tivos de Lisboa– pero también presenta algunos nuevos retos: la Comisión Europea ha indicado que, en nuestra “crecientemente feminizada sociedad”, las mujeres están especialmente expuestas a ciertos riesgos, y las cuestiones de género deben ser una parte inte- gral en la política de la SST. La Agencia ha publicado un informe de investigación sobre Las cuestiones de género en relación con la seguridad y la salud en el trabajo [3], que explora estas cuestiones en profundidad y sugiere algunos métodos prácticos para incorpo- rar las cuestiones de género a las evaluaciones de riesgo. • La población activa de Europa está envejeciendo, y sabemos que los trabajadores mayores están más expuestos a algunos riesgos: por ejemplo, la Comisión Europea ha destacado que “los trabajadores de 55 años en adelante tienden a sufrir los accidentes más serios, con un índice de víctimas mortales por encima de la media europea. El grupo de edad de mayores de 55 años sufre también la mayor incidencia de enfermedades laborales de largo desarrollo, como cánceres (la mayoría causados por exposición al amianto) y enfer- medades cardiovasculares”. Necesitamos encontrar formas de faci- litar y hacer más atractiva la permanencia en su puesto de trabajo a los trabajadores de mayor edad, sin arriesgar su salud y seguridad. • Un creciente porcentaje de trabajadores en la UE residen en un Estado miembro siendo ciudadanos de otro país (19 millones de personas en la UE, un 5% de la población total, 13 millones de los cuales no provienen de la UE). Aunque es un grupo muy hetero- géneo, se puede decir que, en general, los trabajadores inmigran- tes están más expuestos a los riesgos tradicionales, y a menudo es más difícil llevar hasta ellos información práctica en un nivel e idioma que puedan comprender. La situación es aún más difícil en el caso de los inmigrantes ilegales, quienes tienden a trabajar en las peores condiciones y a estar más expuestos a prácticas arries- gadas de trabajo. Estos tres factores, entre otros, indican que las economías de los Estados miembros deben asumir fuertes tendencias demográficas que están alterando el perfil de su población activa, y que tienen consecuencias de largo alcance para su seguridad y salud labora- les. Los cambios demográficos y tecnológicos, las nuevas formas de trabajo y de contratación, etc. afectan a cada lugar de trabajo, y esto se ve reflejado también a otros niveles, tanto nacional como supra-nacional: Europa debe competir dentro de la economía glo- bal, y en el Consejo Europeo de Lisboa en Marzo de 2000, la UE estableció un nuevo objetivo estratégico para esta década: “con- vertirse en la economía basada en el conocimiento más competiti- va y dinámica del mundo, capaz de crecer económicamente de manera sostenible con más y mejores empleos y con mayor cohe- sión social”. Dicho crecimiento económico sostenible no puede lograrse a costa de la seguridad y salud de los trabajadores, sino que esos “mejores empleos” precisamente deben incluir la dimensión de la SST: las economías de la UE necesitan crear trabajos en los que los empleados estén seguros, sanos, y sean capaces de desa-