Riesgos emergentes PROTECCIÓN LABORAL 61 | 4oTrimestre09 convierta en un círculo vicioso o una espiral sin fin que hace del estrés algo crónico. El individuo estresado pasa por diferentes fases: • Reacción de alarma. El organismo, amena- zado por las circunstancias, se altera fisioló- gicamente por la activación de una serie de glándulas, especialmente en el hipotálamo y la hipófisis, y por las glándulas suprarre- nales. Al detectar la amenaza o riesgo, el cerebro estimula al hipotálamo, que segre- ga sustancias específicas que actúan como mensajeros para zonas corporales también concretas (riñones, páncreas, etc). Así se activa la secreción de corticoides, la adre- nalina, u hormona de la emoción, y otros humores. Estas hormonas son las responsa- bles de las reacciones orgánicas. • Estado de resistencia. Cuando un indivi- duo es sometido de forma prolongada a la amenaza de agentes lesivos, su organismo prosigue su adaptación a las demandas de manera progresiva, si bien puede ocurrir que disminuyan sus capacidades de respues- ta debido a la fatiga que se produce en las glándulas del estrés. Durante esta fase suele obtenerse un equilibrio y, si el organismo tiene la capacidad para resistir, no aparecerá problema alguno; en caso contrario el estre- sado entrará en la fase siguiente. • Etapa de agotamiento. La disminución pro- gresiva del organismo frente a una situación de estrés prolongado conduce a un estado de gran deterioro, con pérdida importante de las capacidades fisiológicas. Cuando sobreviene la fase de agotamiento, el sujeto suele sucumbir ante las demandas, ya que se han visto reducidas al mínimo sus capacida- des de adaptación e interrelación con el medio. De ahí la importancia que señalába- mos de que el estrés no sea una lucha cons- tante por la supervivencia, ya que no hay ser humano que resista indefinidamente. Pautas de comportamiento Combatir el síndrome de la fatiga informati- va puede y debe hacerse observando unas sencillas pautas de comportamiento: -Fijar un límite de navegación por la red. Es evidente que pasar doce o más horas frente a una PVD (pantalla) no puede ser bueno para el organismo. • Establecer un horario para el uso del móvil, desconectándolo al cumplirse el mismo. • Marcarse unos horarios de consulta del correo electrónico, distribuyendo los men- sajes según su prioridad. • Prescindir completamente de la tecnología al menos un día en semana. Ello supone no leer el correo, ni usar el móvil, no navegar por internet, no encender la PDA ni jugar con la Play Station. • Siempre que sea posible, puede primarse el contacto telefónico o personal al envío de mensajes de correo electrónico. El punto de equilibrio en los tiempos de internet y la revolución tecnológica perma- nente se halla en no desarrollar fobia por las máquinas, pero tampoco pensarnos que podemos alcanzar la autosuficiencia de conocimiento, porque los cambios van más rápidos que nuestro aprendizaje. Igualmente debemos asumir que el uso de tecnología será cada vez más necesario y pocos podrán esquivarla. En segundo lugar, aceptar que no es posible aprender absoluta- mente todo sobre los últimos avances, sobre todo cuando parece no haber límite para la invención humana. Sólo se trata de saber desconectarse a tiempo. Lidiando con el tecno-estrés Rosen y Weil sugieren las siguientes habili- dades de supervivencia: • Poco a poco: Es mejor concentrarse en una actividad que caer en la dispersión. Lo ideal es hacer las cosas bien, disfrutando de las actividades sin fraccionar la atención. • Prioridades del conocimiento: Hay que aceptar que no podemos saberlo todo ni digerir la avalancha de información. Convie- ne limitar las búsquedas en Internet a una duración predeterminada de tiempo. • Sin prisas: Internet ha cambiado muchos de nuestros esquemas mentales. Un correo convencional puede tardar días en llegar a su destinatario. ¿Por qué nos obstinamos en dar curso inmediato a los correos electróni- cos? Es obvio que no es necesario respon- derlos en cuanto aparecen en la pantalla. • Tomar notas: Es mejor tomar notas (sobre las que puede volverse más tarde) que reali- zar varias tareas simultáneamente por miedo a olvidarnos de alguna de ellas. • Facilitar la concentración: Hay que evitar las distracciones cuando queremos concen- trarnos. Lo mejor será dejar que el contesta- dor grabe los mensajes, cerrar la ventana del correo electrónico, dejar el fax entrante en la máquina. Esta desconexión será positiva, evitará la dispersión y obtendremos mayor rendimiento. • Controlar realmente: “Sea usted quien con- trole la tecnología, no sea el controlado”, concluye el Dr. Rosen. “No existe forma de evitar la revolución tecnológica. Está aquí y se va a quedar, pero podemos controlar la manera en que nos afecta”. Y una cosa es incontrovertible: desconectar en el sentido más físico siempre es una opción del indivi- duo; basta con desenchufar el ordenador (o el resto de artilugios). ©Manuel Domene. Periodista.