Técnicas de protección PROTECCIÓN LABORAL 60 | 3oTrimestre09 Transporte-almacenamiento y distribución En cuanto al transporte-almacenamiento y distribución del crudo y sus derivados, los riesgos ya expuestos se extienden al resto del ciclo logístico y comercial del petróleo. Los destilados del petróleo (gases y otros combustibles) deben ser trasladados desde la planta petroquímica a los puntos de con- sumo. Ello implica operaciones de carga, transporte y descarga, con incidentes o accidentes durante las operaciones de tras- vase y, especialmente, durante el transpor- te. El transporte de mercancías peligrosas (ADR, en sigla internacional) constituye una disciplina en sí misma dentro del campo de la seguridad. A los riesgos de la carga hay que añadir los del tráfico, y el material rodante (camiones, trenes). Tristemente conocido es el acci- dente del camping los Alfaques (Tarragona, 1978), donde irrumpió un camión cisterna que se salió de la carretera, convirtiéndose en una bola de fuego. En estos casos, se hace evidente que el riesgo excede el ámbi- to laboral. Las víctimas potenciales son los empleados del transporte, pero también los usuarios de las vías públicas y, por añadidu- ra, el medio ambiente. El siniestro más reciente es el de un tren-gasolinera en la región de la Toscana (Italia), debido a fallo del material rodante (eje de rueda). El almacenamiento y el despacho del pro- ducto implica los riesgos asociados a la manipulación de las sustancias (más su peli- grosidad intrínseca). En este punto, insisti- mos nuevamente en que los vapores de gasolina son más pesados que el aire y pue- den recorrer grandes distancias y alcanzar fuentes de ignición remotas. La prevención exige la ventilación adecuada de los locales cerrados para evitar la formación de bolsas de vapores explosivos (AT-Atmósferas Explosivas, potencialmente). Es una obviedad que los trabajadores que entran en contacto con gasolina, gasóleo de automoción o calefacción o queroseno deben ser conscientes de los riesgos potenciales de la exposición a estas sustancias y conocer el modo de manipularlas con seguridad. Actualmente, el riesgo de manipulación se ha extendido a toda la población usuaria de combustibles, ya que las distribuidoras, lle- vadas por una externalización salvaje para reducir costes, han instaurado el autoservi- cio en las gasolineras, siendo el propio usua- rio quien maneja las mangueras del surtidor y establece contacto con los destilados del petróleo. El empleo de guantes (disponibles en la mayoría de surtidores) es una medida cautelar adecuada. De todos modos –no se nos tache de extremistas- no hemos visto aún gasolinera alguna que ofrezca protec- ción respiratoria a sus clientes. No es nues- tro tema, ya que excede de las manos, pero no es ocioso recordar que la inhalación de una concentración suficiente de vapores de gasolina (contiene benceno, y aditivos como plomo o manganeso) puede ocasionar into- xicaciones leves, anestesia o afecciones más graves, dependiendo de la exposición. Por supuesto deben erradicarse prácticas de antaño como utilizar los destilados petrolífe- ros para limpiar o, peor aún, para “lavarse” o desengrasarse las manos. Tal acción constitu- ye una agresión en toda regla a la barrera natural que es la piel. Si el contacto con la piel es prolongado o repetido se puede pro- ducir absorción sistémica, desencadenando cuadros clínicos y enfermedades (graves) del ámbito de la medicina interna. Salvar la piel Con demasiada frecuencia, la desatención se salda con traumas para las manos y una presencia crónica en la vida de muchos trabajadores. Ello provoca invalidez y merma de la calidad de vida. La piel es la primera línea de defensa del cuerpo. Sin ella no se puede vivir. Es elástica y resistente, pero no indestructible. La mejor prevención es la profilaxis del que es el órgano más extenso de nuestro cuerpo (varios metros cuadrados). La negligencia supondrá el desarrollo de enfermedades dérmicas u otras enfermedades somáticas dependiendo de los tóxicos que atraviesen nuestra barrera dérmica. Veamos las consecuencias de una mala gestión de los riesgos que afrontan las manos de los trabajadores: -Dermatitis. La piel sólo puede soportar un grado limitado de abuso. Si hay un daño repetido, perderá la capacidad de protegerse a sí misma y reaccionar. Se vuelve roja y se inflama, pica y se abre, a veces incluso se llaga. Estos son los síntomas de una der- matitis de contacto irritante, un término “abanico” que abarca una multitud de enfer- medades de la piel (trauma oculto). La forma en que el cuerpo responda dependerá de si la piel se ha irritado o de si se está produciendo una reacción alérgica. Es una diferencia importante, que precisa acotación médica, para conocer el tipo de lesiones de las manos y su alcance. Básicamente, el descuido de las manos conduce a dos situaciones: -Reacciones irritantes. La mayoría de estados de la piel ocasionados por el trabajo, más que alergias, son reacciones irritantes. Las reacciones irritantes son provocadas por el contacto prolongado y frecuente con sustancias tales como detergentes, desengrasan- tes o disolventes. Cuando la piel se ha visto dañada, hay que tomar medidas para reconstituirla. Esto implica proteger las manos con el tipo adecuado de guantes, asegurándose de que su estado no empeore durante el proceso de curación. Generalmente, estas reac- ciones son menores y se pueden controlar fácilmente llevando los guantes adecuados. -Reacciones alérgicas. Una alergia es una reacción de defensa del sistema inmunológi- co del cuerpo. Una vez desencadenada la alergia, todo contacto con la misma sustan- cia provocará una reacción. Las reacciones alérgicas tienen diferentes grados de seve- ridad, que van desde erupciones de la piel y llagas hasta asma y dificultades para respirar. En casos extremos, pueden provocar un choque anafiláctico, que puede ser fatal. Hay que tener presente que no nos volvemos inmunes ni nos acostumbramos a los alérgenos; al contrario, los síntomas simplemente se agravan. No hay cura para la sensibilización, y las alergias desarrolladas ya no desaparecen. De ahí lo primordial que resulta la protección de las manos.