Técnicas de protección PROTECCIÓN LABORAL 58 | 1oTrimestre09 quece con oxígeno). Este riesgo es frecuente cuando los guantes o la ropa se hallan impreg- nados de aceites o grasa. No conviene pasar por alto el riesgo de incen- dios, que no dejan de ser un peligro térmico. Son posibles incidentes tales como los incen- dios y las explosiones en el sistema de solda- dura (botellas de gases a presión, tuberías, generador de acetileno) en procesos de oxi- soldeo con mezclas de gas y oxígeno, espe- cialmente debidos a retornos de la llama a causa de la deficiencia de los equipos o un error humano. También puede desencadenar explosiones o incendios una manipulación inadecuada del carburo de calcio o el acetile- no en la soldadura oxiacetilénica. Finalmente, no hay que olvidar los riesgos tér- micos derivados del propio clima: el soldador puede enfrentarse a situaciones de estrés por calor (en tiempo veraniego), agravadas por el calor que genera el proceso de soldadura, o a frío intenso cuando se realizan trabajos a la intemperie, como sería el caso de construc- ciones terrestres o navales, que, en tiempo invernal, pueden verse sometidas al paso de vientos racheados, lo que constituye una auténtica prueba para la resistencia del opera- rio, incluidas sus manos. Riesgo eléctrico El simple contacto eléctrico, quemadura (por arco eléctrico) o la electrocución son los peligros asociados a cualquier aparato que se alimenta con energía eléctrica. Por desgracia, el riesgo eléctrico es importante en esta actividad, y no tan obvio como el tér- mico (la electricidad no se ve, huele o perci- be). Los guantes y extremar las medidas de seguridad son la mejor prevención contra el riesgo eléctrico de los soldadores. Los equipos eléctricos de soldar están for- mados por el circuito de alimentación y el equipo propiamente dicho. Sirven para reducir la tensión de red (220 o 380 V) a la tensión de cebado (entre 40 y 100 V) y de soldeo (<35 V), permitiendo regular la inten- sidad de la corriente de soldadura y asegu- rando el paso de la tensión de cebado a la de soldeo de forma rápida y automática. El cir- cuito de alimentación está compuesto por un cable y clavija de conexión a la red. El contacto eléctrico directo puede produ- cirse en el circuito de alimentación por defi- ciencias de aislamiento en los cables flexi- bles o las conexiones a la red o a la máquina, y en el circuito de soldadura cuando está en vacío (tensión superior a 50 V). El contacto eléctrico indirecto puede producirse con la carcasa de la máquina por algún defecto de tensión. Existen normas elementales para evitar el accidente eléctrico: • La carcasa del equipo de soldadura debe conectarse a una toma de tierra asociada a un interruptor diferencial que corte la corriente de alimentación en caso de que se produzca una corriente de defecto. La toma de tierra no debe unirse a cadenas, cables de un montacargas, tornos u otra maquinaria. Tampoco se debe unir a tube- rías de gas, líquidos inflamables o conduc- Accidente eléctrico El accidente eléctrico es una de las probabilidades que acechan al soldador. El riesgo eléctrico se deriva de la posibilidad de contacto fortuito entre el cuerpo humano y el circuito eléctrico, lo que hace que nuestro organismo se comporte como un conduc- tor de electricidad, con una determinada resistencia. El trasfondo del accidente eléc- trico son sus graves consecuencias, que no siempre se tienen en cuenta. El cuerpo se calienta al paso de la corriente, lo que hace aumentar la conductividad eléctrica del organismo, generando a su vez un aumento de la intensidad que circula, con lo que el calentamiento se incrementa hasta el punto de producir la carbonización de la célula. El número de accidentes eléctricos que se producen (0,5 por 100 del total de acciden- tes con baja) representa unos índices de frecuencia e incidencia bajos, aunque de una elevada gravedad, que supone casi un 6% de los accidentes mortales en los centros de trabajo. Por el comentario estadístico precedente se intuye que es un riesgo al que no presta- mos suficiente atención, especialmente cuando se trabaja con baja tensión. El nombre no debe llevarnos a menospreciar inconscientemente el riesgo, pues una descarga de 125 voltios en una situación de baja impedancia de nuestra piel (simplemente por estar mojada a causa de la normal sudoración) puede conducir a un accidente eléctri- co fatal, es decir, mortal. Además, la descarga eléctrica puede desembocar en una muerte segura -no ya por electrocución inmediata- sino, incluso, como consecuencia de sus efectos secunda- rios. Entre estos efectos secundarios del contacto eléctrico están las reacciones mus- culares o nerviosas. Si externamente circula por nuestro cuerpo una corriente eléctri- ca con determinado valor, se producirán movimientos no deseados, como las contracciones musculares y, llegado el caso, pueden bloquearnos los pulmones, hecho que produce la tetanización de los músculos respiratorios, circunstancia que deriva en la aparición de las dificultades para mantener la respiración. Pero no hemos de olvidar que otro músculo corporal es el corazón y, por lo tanto, éste también puede verse afectado por el paso de la corriente eléctrica a través del organismo, lo que podría provocarnos una fibrilación ventricular... y la muerte, si no hay un desfibrila- dor cerca. Todo ello nos lleva a concluir que si ningún riesgo es menospreciable, el eléctrico debe evitarse a toda costa.