PROTECCIÓN LABORAL 58 | 1oTrimestre09 No subestimar el riesgo El riesgo es inherente al trabajo. Sin embargo, cada día constatamos el descuido que existe en la protección. Ello puede deberse al desconocimiento total de los riesgos laborales, o bien a una subestimación de los mismos. Concurren en esta situación causas de origen económico, junto a un nivel todavía preocupante de inconsciencia e imprudencia. Lo cierto es que la seguridad e higiene laboral siguen siendo aspectos secundarios o tratados frívolamente. Porque frívolo es improvisar la protección. Peor aún que no usarla, ya que se obtiene una seguridad ficticia, inútil en caso de incidente-accidente. También hay que abandonar la prevención como coartada. Los EPI deben comprarse para proteger al trabajador, y no con la única intención de “parapetar” legalmente a la empresa. Aunque la evalua- ción de los puestos de trabajo es compleja, constituye el primer paso para prevenir los riesgos. Pre- venir no significa tener coartadas ante la Inspección, sino conocer los riesgos propios y actuar en consecuencia. Ésa es la buena práctica preventiva. Y, en general, para cualquier situación, contem- plar los riesgos como algo definitivo y que no ofrece segundas oportunidades. La situación es sim- plemente dual: prevenir o lamentar. Ahora más que nunca hay que saber decir que no a las ofertas “tentadoras”. A nadie se le oculta que en España funciona lo que podríamos llamar un “mercado paralelo” de EPI, en el que se ofrecen al consumidor duros a cuatro pesetas. Que nadie se engañe: los productos de bajo precio pueden ser- vir a algunos usuarios finales como coartada o como protección de papel... Lo que está claro es que nunca obtendrán los niveles de protección y de confort necesarios ni óptimos. ¿Es posible trabajar así? Seguramente. El problema sobrevendrá si se presenta cualquier accidente. El antídoto contra las malas prácticas y la subestimación del riesgo lo tenemos en la formación-infor- mación y el cambio de mentalidad. La información puesta a disposición del consumidor debe pro- fundizar en los aspectos importantes del EPI, ya que el conocimiento limitado del producto suele conducir a compras desafortunadas desde el punto de vista de la seguridad. El agravante lo pone la situación económica: en épocas de recesión, el precio se convierte en una variable decisiva. Pero hay que controlar muchas otras variables. La buena práctica preventiva en este caso es seleccionar el EPI en función del riesgo, prescindiendo de los factores economicistas. Actualmente, el mercado español de los EPI cuenta con una oferta equilibrada en términos de com- promiso entre seguridad, destreza y confort. De manera adicional, los fabricantes de EPI desarrollan cada día soluciones más eficaces para satisfacer al usuario final y su demanda de comodidad. Sin duda, el futuro nos ofrecerá más y mejores EPI. Será la calidad la que perdurará en el tiempo, y la cuestión del precio acabará por diluirse... Sin embargo, ¿mejorará nuestra siniestralidad por dispo- ner de los mejores EPI fabricados jamás por la industria? La respuesta es no. El mejor EPI no sirve de nada si no se utiliza (o se utiliza mal). Nuestra siniestralidad no mejorará mientras no cambiemos las actitudes negativas, malas prácticas y vicios que nos llevan a ignorar o subestimar los riesgos asocia- dos al trabajo.