3oTrimestre08 | PROTECCIÓN LABORAL 56 Psicosociología co. Vacaciones partidas Prevenir el síndrome postvacacional -asegu- ran los expertos- es tan sencillo como repar- tir las vacaciones en varios periodos. Tal es la tesis de la investigadora del Departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico de la Universidad de Granada (UGR), Humbelina Robles Ortega. La profe- sora Robles Ortega destaca que fraccionar las vacaciones por quincenas “nos servirá para evitar saturarnos; la sensación de estar de vacaciones se alargará, y además, los cam- bios en los hábitos no serán tan drásticos y permanentes, por lo que la incorporación no será tan traumática”. Es difícil hablar de estrategias terapéuticas que no sean las de cuidar el “capital huma- no” de nuestras empresas contribuyendo a la auto-realización de las personas. En ese sentido, sería deseable el desarrollo, por parte de las empresas, de acciones preventi- vas específicas integradas en sus programas de salud laboral. Una excelente medida es hacer jornada intensiva la semana de la rein- corporación laboral, una especie de balón de oxígeno para propiciar el tránsito orde- nado del ocio veraniego al trabajo de todo el año. Ello puede moderar la respuesta psico- biológica del trabajador, un mecanismo de defensa y adaptación brusca que se exterio- riza con los síntomas ya descritos. Abundando en las estrategias terapéuticas, los expertos recomiendan que “las vacacio- nes estén bien diseñadas (adaptadas a las posibilidades e intereses individuales y fami- liares) de modo que podamos conseguir un descanso ‘activo’, que mantenga la mente despierta para disfrutar de las vacaciones sin que cueste tanto volver al trabajo”. Una lista de auto-ayuda incluirá las siguientes medi- das: -Procurar que los primeros días de la vuelta al trabajo sean muy agradables. -Marcarse metas racionales huyendo de pro- yectos monumentales. -Introducir cambios progresivos en el ritmo y rendimiento laboral, manteniendo una actitud fundamentalmente positiva. -Evitar auto-diálogos negativos (comida de coco, en términos coloquiales). -Potenciar hábitos positivos adquiridos durante las vacaciones (comunicación, diversión, ocio, sentido del humor, práctica deportiva, etc.). -Huir del exceso de compromisos (“reunio- nitis”, comidas copiosas, abuso de café, alco- hol y tabaco, etc.). Se trata, en suma, de estrategias sencillas, aunque de probada eficacia -puedo dar fe de ello- para neutralizar el temido síndrome postvacacional. Si no capeamos bien el tem- poral, lejos de abandonarnos a nuestra suer- te y convertirnos en sufridores del síntoma y sus consecuencias, deberemos buscar ayuda especializada. Siempre podremos recurrir al tratamiento individualizado psico-terapéuti- co, e incluso psico-farmacológico. Como en cualquier otro conflicto psicológi- co, la actitud es determinante. El vicepresi- dente de la SemFYC, Asensio López Santia- go, destaca la importancia de adoptar una actitud positiva ante el fin de las vacaciones y de evitar “centrarse en las molestias, por- que se genera una preocupación desmedi- da”. Ya saben: ¡Al mal tiempo, buena cara! RIESGOS EMERGENTES El trabajo es, en sí mismo, una fuente de conflictos para una buena parte de la pobla- ción laboral. Un trabajo muchas veces impersonal, frustrante, rutinario, que impi- de el desarrollo personal, la auto-realización y un estilo de vida más armonioso, saludable y social, así como la incertidumbre en el puesto de trabajo, la frustración laboral y la falta de expectativas conducen a numerosos trastornos psico-somáticos. La vuelta de las vacaciones puede ser el momento para su eclosión. Por otra parte, el síndrome postvacacional también puede ser, en determinados casos, mecanismo de defensa y señal de alarma frente a una situación de riesgo laboral. En ocasiones, dicho riesgo laboral ni siquiera estará tipificado como tal, ya que pertenece al grupo de los denominados riesgos emer- gentes. De hecho, el síndrome postvacacio- nal es uno de ellos. Abundamos un poco más en dichos riesgos, que pueden aportar luz sobre las conductas de personas que muestran fobia o miedo por la vuelta al trabajo. Entre los riesgos emergentes, la Agencia para la Seguridad y la Salud en el Trabajo (ASST), destaca los siguientes: Falta de ejercicio físico La falta de ejercicio físico se debe a una mayor utilización de pantallas de visualiza- ción de datos (PVD, en sus siglas en español) y de sistemas automáticos, lo que desembo- ca en un aumento del tiempo que se está Los “alcohólicos del trabajo” Se dopan con el trabajo (su nombre procede del modismo inglés ‘work-aholic’). Los adic- tos al trabajo son la otra cara de la moneda del déficit de adaptación; son personas a las que les cuesta desengancharse de sus rutinas laborales. La conducta de los adictos al trabajo que, por supuesto, no descansan y continúan durante sus vacaciones con el “chip” de su vida laboral, es preocupante y derivaría, en buen núme- ro de casos, del Síndrome General de Adaptación (SGA). Vía fax e internet están continua- mente conectados a su trabajo; pasean por la playa con su móvil, obteniendo continua- mente información como si estuvieran en la vorágine laboral de su despacho. Son “alcohólicos del trabajo”, impulsivos y compulsivos que necesitan trabajar en todo momen- to, extremadamente obsesionados y perfeccionistas que pueden ser considerados como el “ideal” para la empresa, pero que, a medio o largo plazo, pueden constituir un colapso para la organización empresarial y también para su propia salud. Naturalmente, este colectivo, que vive por y para el trabajo, no sufre con el retorno de las vacaciones, sino con el inicio (síndrome prevacacional). Sin saberlo, viven en una situación crónica de estrés, por lo que tienen una gran vulnerabilidad a trastornos psiquiátricos, incluida la depresión, necesitando todo tipo de ayuda psicoterapéutica y médica. Tanto el no saber desconectar del trabajo como el no saber conectar después del descanso son desórdenes de la conducta laboral que requieren la atención de los especialistas por ser unos serios riesgos emergentes.