3oTrimestre08 | PROTECCIÓN LABORAL 56 Psicosociología El síndrome postvacacional y los riesgos laborales emergentes La vuelta al trabajo y todo lo que comporta (prisas, cansancio, atascos, ruidos, rutina, presiones laborales, estrés, etc.) se hace especialmente difícil. Conocemos este síndrome emergente -que se va haciendo endémico en la población- como “depresión postvacacional”, La misma se caracteriza por una reactividad psicoló- gica en la que son prevalentes las sensaciones de hastío y cansancio, desencanto, inhibición, anhedonia (incapacidad de experimentar placer), tristeza, malestar general, ansiedad, fobia social, etc. Es un problema transitorio, a decir de los psi- cólogos, que, sin embargo, puede convertirse en algo más preocupante. “salud” de las parejas, ya que en este perio- do se producen más rupturas sentimentales. La adaptación laboral Tras el paréntesis vacacional, volvemos a toparnos con las obligaciones laborales (¡y familiares!), con un estilo de vida muy pecu- liar (trabajo, casa, dormir, etc.) y con menos horas de sol. Esto conduce a alteraciones conductuales tales como irritabilidad, apa- tía, falta de atención, tristeza, cansancio físi- co y psíquico, anergia y adinamia. Estas per- turbaciones que experimentamos tras el período vacacional pueden ser más intensas en individuos especialmente predispuestos o vulnerables. A esto hay que añadir que aproximadamente un 70% de las personas no se sienten cómodas en sus trabajos. En estos casos, la inadaptación crónica al pues- to de trabajo es un terreno abonado para la aparición del síndrome postvacacional. En cualquier caso, todos nos vemos obliga- dos a digerir un cambio hacia rutinas menos gratas. Ello puede ser el motivo para la apa- rición del síndrome... u otros cuadros (más o menos clínicos) que se han gestado durante las vacaciones. Por puro tópico, asociamos este periodo del año con una atmósfera de paz y tranquilidad, algo que no siempre es cierto, como se ha apuntado en el hecho de las rupturas sentimentales. Las vacaciones pueden estar llenas de tensión dependiendo del contexto y la circunstancia particular de la familia. El mayor contacto con todos los miembros, la incapacidad de disfrutar o divertirse, el abuso del alcohol y el tabaco, los gastos económicos, los ruidos, el calor, la masificación en las carreteras y en las playas, los cambios alimentarios con posible déficit en los principales micro-nutrientes, las posi- bles intoxicaciones alimentarias, etc., son variables que se entrecruzan y llegan a pro- ducir paradójicamente el “distrés vacacio- nal”. La bomba de relojería puede explotar - si no lo hizo antes- al chocar nuevamente Manuel Domene* El conocido como síndrome postvaca- cional afecta a un 40% de la población, pero puede sufrirlo cualquier persona al reincorporarse al trabajo. Los psicólogos caracterizan esta dolencia como el “cansan- cio que provoca la reincorporación al traba- jo, cansancio -y cúmulo de sentimientos- que pueden llegar a provocar depresión”. El trauma del cambio Estamos hartos de oír aquello de que somos “animales de costumbres”. Quizás por eso, los cambios -especialmente si son a peor- son fuentes de conflicto y traumas. Según la psicóloga Leonor Casalins, el sín- drome postvacacional tiene su origen en el cambio de biorritmos de la vida cotidiana. El fin de las vacaciones supone una alteración del ritmo (supuestamente placentero) para recuperar nuevamente la rutina, más aburri- da y con las dificultadas habituales. Para los psicólogos, este síndrome habría existido siempre, aunque ha sido ahora -coincidien- do con unas mayores aspiraciones hedonis- tas de la sociedad- cuando le hemos puesto nombre. “Ahora la vida va más deprisa, hay más estrés..., por ello se habla más de este tema. Los más propensos a sufrir este sín- drome son aquellos que, de antemano, ya tienen algún tipo de problemática o depre- sión”, subrayan los psicólogos. Perfil del afectado El síndrome postvacacional suele afectar a personas jóvenes, menores de 40-45 años, que experimentan una ruptura brusca del ritmo vacacional cuando se incorporan al trabajo sin la adecuada transición (espacio físico-temporal de readaptación). También suele presentarse en aquellos que tienden a idealizar el periodo de vacaciones como la culminación de su bienestar personal. Tam- bién son propensos los que presentan de forma habitual malestar o disconfort con su trabajo y en la actividad laboral cotidiana, así como los afectados por el síndrome de burn- out (“los quemados”), que tienen problemas de agotamiento psicológico o sienten desen- canto con el trabajo que realizan. Asensio López Santiago, vicepresidente de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC), precisa que el sín- drome postvacacional no es preocupante, aunque si el malestar no desaparece transcu- rridos los primeros 7-10 días, “es necesario que el afectado acuda a la consulta de su médico de familia para descartar problemas de otra naturaleza, que requerirían una aten- ción diferente”. Parece ser que existe disparidad de respues- ta al síndrome entre hombres y mujeres. “El periodo de adaptación suele ser más corto para el hombre que para la mujer, ya que éste suele tener más facilidad para relacio- narse con los compañeros que las mujeres, que suelen mostrarse más reservadas a la vuelta de las vacaciones”, señala Amable Cima, profesor de Psicología de la Universi- dad CEU San Pablo. Asimismo, el tránsito a la rutina cotidiana afectaría especialmente a la