Protección, seguridad e higiene de las manos PROTECCIÓN LABORAL 56 | 3oTrimestre08 Proteger las manos con cabeza Hoy en día, la oferta de guantes de protección es tan amplia y los materiales que se utilizan son tan variados que a menudo resulta difícil saber elegir. Así que son muchos los que opinan que la mejor opción es no complicarse y optar por lo de toda la vida. Pero esto es un grave error, ya que la maquinaria actual es más compleja y los pro- ductos químicos más sofisticados, por lo que cualquier equipo de protección indivi- dual debe ser capaz de proporcionar también una protección de última hornada. manipulaciones rigurosas, contacto con diversos productos químicos y daños en áreas difíciles de proteger, como los espa- cios interdigitales. Todos estos factores pue- den acelerar la degradación del producto. • Vigilar si se produce un efecto halo en torno a fragmentos incrustados en el guante, ya que indicará una merma de las propieda- des de protección. Pero por muy bien que se haya escogido el guante y se haya tratado adecuadamente, el usuario debe adoptar una serie de precau- ciones personales para no dañar el guante o reducir sus efectos protectores: • Tener la piel libre, bien lavada, y libre de dermatitis. Ésta última se puede prevenir con un forro de algodón cuando se den con- diciones de humedad y calor excesivos. • No llevar uñas largas ni postizas, dado que pueden rasgar el guante o albergar microor- ganismos debajo. • Evitar la joyería, ya que puede producir desgarros y punciones o engancharse. -Prescindir de cremas que contengan aceites y derivados del petróleo que puedan debili- tar el material del guante. Los guantes no desechables deben limpiar- se con agua limpia y jabón y secarse entre un uso y otro. A pesar de ello y por muchos cuidados que se presten, la vida útil de un guante es limitada. Hay varias señales que alertan de la degradación: endurecimiento, reblandecimiento, viscosidad, grietas... Si el guante pierde resistencia o elasticidad, ha llegado el momento de sustituirlo, por- que cada indicador es un factor de riesgo más para el profesional. Cada persona, un guante Del mismo modo que el propio usuario puede dañar el guante, el guante también puede perjudicar a quien lo lleva. Por ejem- plo, las proteínas del látex causan reaccio- nes alérgicas a las personas sensibles que tie- nen que llevar guantes durante mucho tiempo. Por esta razón, y para simplificar el proceso de compra, es preferible decantarse Se da también el caso de que la indus- tria a la que se destine el guante sea de tipo tradicional, pero incluso así no hay razón para renunciar a la máxima pro- tección y seguridad. Para elegir con sereni- dad, basta con comprobar la documentación técnica proporcionada por el fabricante y emplear el sentido común. Lo nuevo frente a lo antiguo ¿Cómo saber si un material moderno es mejor que otro de toda la vida? Aparte de fijarse en las indicaciones del producto, podemos ima- ginar para qué usos necesitamos el guante y qué rendimiento esperamos de él. Por ejem- plo, se pueden contrastar las prestaciones de un guante de cuero tradicional y otro de nitri- lo con las siguientes pruebas: • Resistencia a la abrasión. Cepillar la palma de cada guante con un cepillo metálico para ver si se descaman o no. -Resistencia al desgarro. Coger el dedo índice del guante con una mano y el corazón con la otra, y tirar en sentido contrario para ver si las costuras (en caso de haberlas) saltan. • Agarre. Sostener una placa metálica entre dos personas, cada una con un guante dife- rente, y atraerla hacia sí hasta que a uno de los dos se le resbale. • Destreza. Esparcir tornillos y tuercas e intentar acoplarlos con los guantes puestos. • Resistencia a las manchas. Dibujar con un rotulador en los guantes. Con esto comprobaremos la eficacia de los dos productos y tomaremos una decisión basada en aspectos prácticos fácilmente constatables. Es importante en este momento ser cons- ciente del coste del producto. Es preferible invertir en un guante que dure más tiempo y ofrezca mejores resultados que estar dese- chando unidades continuamente o exponer- se a algún riesgo porque el material se dañe con facilidad. Es decir, lo que hay que valo- rar es el “coste en uso”, no el precio de venta en sí. Lo barato puede salir muy caro. Un uso correcto es un uso seguro El nivel de eficacia de un guante depende no sólo del material del que esté compuesto, sino también de las circunstancias a las que se encuentre sometido. Seguir una serie de normas asegurará una alta protección al usuario y una excelente rentabilidad para la empresa. En primer lugar, debemos considerar un par de detalles simples pero con relativa impor- tancia a la hora de hacer el pedido: • Utilizar guantes que permitan una rápida identificación del material de fabricación mediante la etiqueta, el color, etcétera, con el fin de evitar confusiones. • Contar con amplitud de tallas para que los guantes se ajusten bien a cada empleado. Un guante holgado no protegerá adecuadamente y uno ajustado resultará incómodo al usuario. En el uso diario es fundamental tratarlos bien para prolongar su buen estado. • Enfundarse los guantes sin estirarlos demasiado y con las manos secas. Quitárse- los con cuidado para no salpicar productos químicos o sustancias biológicas alrededor, y lavarse las manos inmediatamente des- pués con jabón o con un limpiador de base alcohólica. • Evitar la exposición al calor, la luz y la humedad. • Atender a factores como uso prolongado,