Protección, seguridad e higiene de las manos PROTECCIÓN LABORAL 56 | 3oTrimestre08 Los guardianes de nuestras manos Como siempre hemos creído que la prevención es el mejor de los remedios. Nuestra firma reivindica y promueve con toda su actividad el empleo de guantes, esa segun- da piel, que actúa como barrera y guardián, y que puede ahorrarnos muchos con- tratiempos e, incluso, salvar un bien irreemplazable. Tomás Bodero Sáiz* Día a día constatamos que la oferta de guantes de protección crece y ofrece soluciones cada vez más específicas para necesidades conocidas y otras “desco- nocidas” –al menos de forma parcial- ya que se hallan en una fase emergente. El usuario final se encuentra un tanto desconcertado ante un panorama de oferta compleja. Una buena elección siempre pasa por dejarse asesorar o, como mínimo, seguir los conse- jos de los expertos. Factores básicos en la elección En función del trabajo a desarrollar, será necesario, por ejemplo, un guante bien ajus- tado a la mano para mayor precisión o, por el contrario, un guante más amplio, que permi- ta diferentes gestos sin fatiga y que facilite el trabajo. El color del guante puede provocar rechazo por tener connotaciones sexistas o relacionadas con el tipo de trabajo. Con el fin de atender gustos y necesidades diversas, los fabricantes han desarrollado extensas gamas de producto, lo que puede aumentar la com- plejidad de la elección. Además de la consideración de los riesgos y las prestaciones que hay que exigir de los guantes, hay que tener en cuenta otros fac- tores no menos importantes, como son: • Agarre. Una deficiencia en este aspecto puede representar un serio peligro, que abo- cará al trabajador a padecer accidentes por errores en la seguridad de la manipulación. • Destreza. Ésta suele ser determinante en muchos trabajos, y sería paradójico tener que quitarse el guante (y quedar desprotegi- do) para poder realizar bien el trabajo. Para los trabajos delicados, existen guantes de ajuste elevado que cumplen con su cometi- do y no limitan el sentido del tacto y la liber- tad de movimientos. • Comodidad. Los guantes que no se usan no sirven para nada. Para evitar que el usua- rio prescinda de la adecuada protección de sus manos, los guantes deben de ser cómo- dos. La ergonomía es uno de los caballos de batalla de los fabricantes y, consecuente- mente, uno de los capítulos a los que mayor atención se presta. • Longitud. La longitud de los guantes es importante, sobre todo cuando de ello depende también la seguridad del antebra- zo. La solución siempre es crítica, pues la longitud es inversamente proporcional a la aireación de la mano. Así, un guante muy largo dificultará la circulación del aire, dis- minuyendo, por tanto, la comodidad de uso. • Color. Según la tabla de códigos de color, se emplea el azul para procesamiento de ali- mentos (si un trozo de guante acabara en la comida, este color siempre sería fácilmente detectable). Es muy importante pedir el asesoramiento de los fabricantes y tener presente que la funcionalidad y el confort dependen de numerosas propiedades del guante. La forma, su precisión respecto a la morfología del usuario, la existencia de diversidad de tallas, la utilización de materiales flexibles y elásticos son determinantes en la preserva- ción de la destreza, la utilización durante periodos prolongados sin fatiga de la mano y la facilidad de manejo. La sensibilidad táctil depende principalmente del espesor del guante en la punta de los dedos. La utilización de materiales absorbentes y no estancos y los guantes de dorso aireado con- tribuyen al confort de la mano enguantada. En el caso de guantes de protección química (que son estancos), el problema es más peliagudo, ya que nos vemos frecuentemen- te abocados a intolerancias o degradaciones cutáneas debidas al fenómeno de obstruc- ción (oclusión). Los guantes que incorporan un revestimiento interior en algodón floca- do pueden representar una solución para las pieles frágiles. Conviene tener presente que la elección del guante ideal deberá tener en cuenta todos los riesgos percibidos, así como las dificulta- des relacionadas con el puesto de trabajo y la fisiología del personal implicado. Por des- gracia, no existe el guante universal.