Técnicas de protección PROTECCIÓN LABORAL 56 | 3oTrimestre07 Protección de las manos en el sector agrícola (2a parte) Agricultura, una actividad sembrada de riesgos para las manos Pese a los tópicos bucólicos sobre el medio rural, el trabajo en el campo (explotaciones agropecuarias) está plagado de riesgos. Pocas actividades reúnen tantos y tan graves peligros. Las manos de los agricultores –su principal herramienta de trabajo- son ásperas y se encuentran ajadas por la rudeza del trabajo, cuando no irreversiblemente enfermas. Junto a los riesgos mecánicos y las vibraciones (tratados en la primera parte de este reportaje), coexisten los riesgos térmicos (frío, calor, radiación), riesgos eléctricos, riesgos químicos y riesgos biológicos, que se explican seguidamente. Tomás Bodero Sáiz* Como siempre, el sentido común y la adecuada protección de las manos son las reglas de oro. La falta de atención preventiva será una fuente de conflictos que puede saldarse, en el peor de los casos, con enfermedades o lesiones incapacitantes. Riesgos térmicos Como en cualquier actividad, el riesgo tér- mico en la agricultura tiene dos caras: por exceso y por defecto, o lo que es lo mismo, frío y calor. ·Frío Simplemente, unas bajas temperaturas invernales dificultan de forma notable el tra- bajo de las manos en labores que muy fre- cuentemente se llevan a cabo a la intempe- rie. El problema no será sólo la menor destreza para trabajar, sino que ésta puede ser el desencadenante de un accidente que afecte a las manos u otras partes del cuerpo. (Las temperaturas bajas pueden adormecer las manos y reducir su flexibilidad y capaci- dad de agarre). Además, las bajas temperatu- ras y la intemperie secan los aceites natura- les que conservan la piel suave, produciendo una piel reseca y agrietada, predispuesta a las infecciones. Las temperaturas bajo cero pueden además lesionar las manos de otra manera. La piel desnuda que entra en contacto con una superficie metálica se pegará al metal y se desgarrará. La mano y los dedos entumeci- dos aumentan el riesgo de accidente, el indi- viduo pierde la sensibilidad de la mano y su capacidad de prensión. Pero aún hay una cara menos amable del frío. Los mecanismos de termo-regulación de nuestro cuerpo tien- den a mantenernos a una temperatura cons- tante (alrededor de los 37o C). Disponemos de recursos fisiológicos que limitan las pér- didas de calor y aumentan la producción del mismo. Sin embargo, en situaciones de frío intenso, las manos no pueden trabajar, pudiéndose llegar incluso a la necrosis (con- gelación de los tejidos). Esta es una lesión grave que puede ser inicialmente menospre- ciada por el trabajador debido al efecto anes- tésico que ejerce el frío sobre los tejidos. La congelación profunda conduciría a isquemia (falta de riego sanguíneo), trombosis, ciano- sis profunda y gangrena. Dejando al margen los casos de congelación, conviene poner el énfasis sin embargo en que es posible subestimar la gravedad de cortes y la abrasión hasta que la piel vuelve a la temperatura normal, momento en que la afección se hace patente en todo su alcance y, por supuesto, es mucho más dolorosa. En estos casos, conviene una exhaustiva pro- tección de las manos porque, caso de produ- cirse, la lesión puede tardar mucho tiempo en sanar. Valgan estos últimos comentarios para aco- tar en su justa medida la importancia del frío y precisar que el enfriamiento de todo el cuerpo o de algunas partes del mismo origi- na molestias, insensibilidad, disfunción neu- romuscular y en última instancia lesiones. Por ello, es de gran importancia que los EPI (guantes, en nuestro caso) cumplan unos mínimos, que son: aislar frente al frío, el viento y la humedad, permitir la transpira- ción y disipación de parte del calor que se genera al trabajar, y contribuir a la realiza- ción cómoda del trabajo (peso y volumen). ·Calor El calor también es un problema, ya sea ambiental o metabólico, inducido por la pro- pia actividad. Si el calor ambiental es inten- so, también lo será el metabólico, provocan- do que el trabajador perciba el guante como