Técnicas de protección PROTECCIÓN LABORAL 55 | 2oTrimestre08 No hay lesión pequeña No nos vamos a referir en este apartado a graves lesiones de las manos por la obviedad de su significado, sino a las pequeñas lesiones, esas que parecen no tener importancia. Los micro-traumas en las manos revisten una gravedad que los agricultores pasan por alto. Por ejemplo, los cortes y las afecciones dérmicas no son un problema puntual, afectan a la salud de persona, pudiendo provocar lesiones incapacitantes y otras enfermedades graves cuya puerta de entrada en el organismo, desde el punto de vista toxico-cinético, fueron las manos. Y es que hay lesiones con un calado insondable, aunque parezcan pequeñas. ·El problema de los cortes En un tiempo, la mayoría de los cortes sanará, pero las repercusiones se harán notar a corto y medio plazo. El trabajador tendrá que estar unos días de baja para que cure su mano (repercusión económica). La lesión también supondrá unos gastos económicos y en tiempo de ges- tión, etc. Los agricultores que sufren cortes menores y heridas en las manos pueden afrontar una serie de problemas como infección, daño de estruc- turas subcutáneas, irritación severa y cicatrices. Los cortes severos y los defectos leves del tejido pueden requerir la implantación de injertos, dejando cicatrices e, incluso, rigidez y falta de movilidad en la mano, lo que merma irreversiblemente la capacidad laboral del trabajador. Las infecciones pueden extenderse, mostrando inicialmente sólo leves indicios de un problema más grave. Los síntomas de alarma son fiebre, escalofríos o progresivo empeoramiento de la rojez, dolor o inflamación de la mano. Si el corte produjo daños en los nervios, puede que no haya recuperación, por lo que la pérdida de sensibilidad táctil, fuerza de la mano y movimiento ya no volverán a ser nunca lo que fueron, dejando al trabajador incapacitado para desempeñar su trabajo. ·Urticaria Sin revestir la gravedad de una dermatitis profesional, que tiene carácter crónico, los trabajadores del sector agrícola pueden contraer urtica- rias, dermatosis que aparecen en los minutos siguientes al contacto con el agente sensibilizante responsable. La urticaria más frecuente en la vida cotidiana del agricultor se debe al contacto con las ortigas, que son las que dan el nombre a la afección. Los principales agentes sensibi- lizantes son las proteínas de origen vegetal (harina, plantas, legumbres...), animal (carne, piel...), productos químicos, etc. La urticaria se presenta en forma de placas eritematosas (rojas), edematosas (inflamadas), de tamaño variable, con prurito, sin descamación ni costra. Las lesiones se localizan en la zona de contacto, pudiendo extenderse y verse acompañadas de otros síntomas (algunos graves). Una urticaria momentánea puede acabar convirtiéndose en una enfermedad profesional invalidante. Se dice que no existe el enemigo peque- ño. Tampoco existe la lesión pequeña. Muchas personas que no han seguido ese sencillo principio se han visto privadas de su capacidad manual, lo que significa no poder trabajar y, en ciertos entornos, literalmente morirse de hambre o depender de la beneficencia. ·Onicomicosis Por desgracia, constituye un problema de salud que afecta a un elevado porcentaje de trabajadores de todos los sectores, pero que, paradó- jicamente, parece formar parte de los extraños tributos de ganarse el pan, actividad en que los agricultores invierten no sólo sangre y sudor, sino también la agresión insensata a su mejor herramienta de trabajo, a la que castigan ajándola con suciedad, o lavados agresivos, erosiones, cortes, callosidades, urticarias, dermatitis, inclemencias climáticas. Ese es el caldo de cultivo perfecto para la aparición de una dolencia aña- dida a un cuadro desolador, la infección de las uñas. En el decálogo de las manos sanas, uno de los mandatos fundamentales será combatir la onicomicosis, o infección de las uñas de las manos (también de los pies) por efecto de los hongos. Esta afección oportunista tiene mayor incidencia a medida que aumenta la edad. La multipli- cación de los hongos encuentra su medio idóneo en ambientes húmedos y cálidos (interior del guante) o si el trabajo requiere un contacto directo y frecuente con el agua. La onicomicosis, que se transmite de individuo a individuo, cursa con molestias iniciales, picor y un cambio estético progresivo del estado de las uñas. Cuando la afección está avanzada, las uñas cambian ostensiblemente su aspecto y forma. La infec- ción en la punta de los dedos puede llegar a ser dolorosa y provocar la propia caída de la uña, que antes se habrá mostrado frágil y quebradi- za. La onicomicosis tiene un tratamiento complicado, largo y pesado, por lo que la mejor profilaxis será prevenir su aparición. Tratemos de imaginar cómo se defenderá en el campo un agricultor que haya desarrollado onicomicosis y sienta una insufrible comezón en la punta de los dedos cuando deba, por ejemplo, utilizar su tractor o manejar los aperos de labranza. partes de la mano debido a un riego sanguí- neo insuficiente. Al mismo tiempo, pueden presentarse lesiones nerviosas y musculares, dolor y rigidez en las manos y articulaciones de los dedos, la muñeca, el codo y el hombro. El dedo blanco (inducido por vibración) es una afección inhabilitadora, no fatal, que afecta a personas que usan herramientas vibrátiles o participan en procesos en que quedan expuestos a la vibración mano-brazo por periodos prolongados. Sus efectos pue- den escalonarse desde el dedo blanco a un blanqueamiento más severo y extenso, y pér- dida del tacto, lo que interfiere con el normal desenvolvimiento del trabajo y las activida- des sociales. *Tomás Bodero Sáiz. Responsable de Marketing de Tomás Bodero, S. A. Artículo elaborado con la colaboración de Gaceta de la Protección Laboral y Manuel Domene (Periodista). Supervisado por el alergólogo Pedro Carretero.