2oTrimestre07 | PROTECCIÓN LABORAL 51 Técnicas de protección existiendo el riesgo de que se abandone su uso. Conviene insistir claramente en que los guantes no deben ser compartidos con otros trabajadores, o dejados en cualquier sitio de la obra. La alternativa es emplear un “Glove Holder” (Porta-guantes), que nos permitirá tener los guantes siempre a mano. La mecanización es una ayuda inestimable para la realización de las tareas más pesadas o penosas. Sin embargo, el mantenimiento regular de este equipo (compresores, vehí- culos, máquinas...) comporta un contacto frecuente con aceites minerales y gasóleo, sustancias que son nocivas para la higiene de las manos y la salud en general. Aquí sería de aplicación todo cuanto en su día dijimos sobre la prevención de riesgos laborales en el sector del mantenimiento de automóviles y talleres de automoción, con especial aten- ción a los aceites y otros fluidos. El aceite mineral elimina la protección natu- ral de la piel, pudiendo llegar a provocar der- matitis y, más excepcionalmente, cáncer de piel. Asimismo, puede provocar el denomi- nado acné del aceite, que se manifiesta a tra- vés de la oclusión (obstrucción) y posterior infección de los poros de la piel. También conviene desterrar una práctica muy generalizada como es emplear el gasóleo (u otros combustibles) para lavar las manos, ya que este tipo de “lavado” es tan drástico que elimina las grasas de la piel, la reseca y la hace propensa a desarrollar una dermatitis. Los trabajadores deberán tener a su disposi- ción detergentes especialmente formulados para eliminar eficazmente la suciedad sin efectos secundarios indeseables. Además, arrinconando los prejuicios obsoletos, debe generalizarse el uso de productos revitali- zantes e hidratantes para la piel, algo que no es un lujo o capricho sino una imperiosa necesidad. Las lociones para después del trabajo (cremas humectantes) deberán usar- se con regularidad para que la piel perma- nezca en buenas condiciones. Cuando las manos han permanecido encerradas dentro del guante durante largos períodos de tiem- po, la piel se vuelve porosa y frágil. El uso de una loción después del trabajo ayudará a recuperar la tersura de la piel. Lo ideal es usarla cada vez que se lave uno las manos. Otros recursos paliativo-preventivos son: - Cremas barrera. Útiles sólo como comple- Es necesario que los operadores del martillo neumático (y otras herramientas vibrátiles semejantes) empleen unos buenos guantes anti-vibratorios para atenuar la transmisión de vibraciones al sistema mano-brazo. mento de limpieza de la piel cuando se trata de trabajo sucio o con polvo. Ideal, por tanto en canteras. - Bajo-guante. Los bajo-guantes pueden ser de algodón o de seda. Su objetivo es absorber la transpiración para evitar la “maceración” y ablandamiento de la piel dentro del guantes. El usuario debe tomar precauciones relacio- nadas con el mismo guante: el fenómeno que debe evitarse es el de oclusión (u obs- trucción) de los poros de la piel. Hasta ahora, la solución solía consistir en emplear guantes de tallas superiores para mejorar la aireación. Actualmente, la industria pone a disposición del consumidor guantes que generan “menos sudor”. Su secreto es que combinan impermeabilidad y transpirabili- dad, lo que mejora de una forma radical la salud de la piel de las manos. En el decálogo de las manos sanas, uno de los mandatos fundamentales será combatir la onicomicosis, o infección de las uñas de las manos (también de los pies) por efecto de los hongos. Esta afección oportunista tiene mayor incidencia a medida que aumen- ta la edad. La multiplicación de los hongos encuentra su medio idóneo en ambientes húmedos y cálidos (interior del guante) o si el trabajo requiere un contacto directo y fre- cuente con el agua. La onicomicosis, que se transmite de individuo a individuo, cursa con molestias iniciales, picor y un cambio estético progresivo del estado de las uñas. Cuando la afección está avanzada, las uñas cambian ostensiblemente su aspecto y forma. La infección en la punta de los dedos puede llegar a ser dolorosa y provocar la propia caída de la uña, que antes se habrá mostrado frágil y quebradiza. La onicomico- sis tiene un tratamiento complicado, largo y pesado, por lo que la mejor profilaxis será prevenir su aparición. Tratemos de imaginar cómo se defenderá en el tajo un empleado de la cantera que haya desarrollado onicomi- cosis y sienta una insufrible comezón en la punta de los dedos. Y es que prevenir siem- pre es mejor que curar, porque, volviendo al hilo de nuestros reportajes, las manos son para toda la vida. Ni se puede prescindir de ellas, y su pérdida de capacidad es una merma radical de nuestra habilidad y, por ende, de nuestra calidad de vida. *Tomás Bodero Sáiz Responsable de Marketing de Tomás Bodero, S. A. Artículo elaborado con la colaboración de Gaceta de la Protección Laboral y Manuel Domene (Periodista).