Técnicas de protección PROTECCIÓN LABORAL 50 | 1oTrimestre07 riencia en su manejo por parte del trabaja- dor, mantenimiento insuficiente, así como transporte y emplazamiento incorrectos. Las recomendaciones obvias incluyen el adecuado uso de las herramientas, junto a la imprescindible protección de las manos. Más adelante abundaremos en los riesgos de la maquinaria electro-portátil. Los riesgos para las manos Antes de ahondar en la materia, procede cla- sificar los grupos de riesgos, que son, prácti- camente, invariables para cualquier activi- dad, y los clasificamos en: • Riesgos mecánicos En el sector del metal afrontamos peligros como los cortes, aplastamiento, golpes, o abrasión. Las herramientas -especialmente si son afiladas- presentan un peligro evidente, pero también son peligrosos los bordes, afi- lados como navajas, de materias primas tales como las láminas de metal y las piezas de acero empleadas para la fabricación de los productos. Algunos riesgos producen lesiones micros- cópicas en la piel. Esto significa que la piel absorberá substancias sin que nos demos cuenta, lo que acabará produciendo daños a largo plazo. Las virutas del mecanizado de piezas metálicas, las diminutas partículas de refrigerante de las máquinas-herramienta y los pinchazos que causa la manipulación de fibra de vidrio son ejemplos de vías poten- ciales de penetración de tóxicos en el orga- nismo a través de la piel. • Riesgos químicos Si los riesgos mecánicos no nos suelen pasar desapercibidos por su efecto inmediato sobre el organismo o su aparatosidad, no ocurre lo mismo con otros peligros para las manos que no resultan tan obvios. Evidente- mente, nos referimos a los riesgos derivados del uso de productos químicos. En el sector del metal la lista de sustancias químicas empleadas para el tratamiento y acabado de superficies es extensísima e incluye los ine- vitables ácidos, disolventes y pinturas. La piel expuesta a productos químicos puede sufrir irritaciones, quemaduras o úlceras. Los productos químicos pueden romper la defensa que nos proporciona la piel y penetrar en la sangre, con resultados peligrosos y, a veces, fatales. Algunos productos químicos muestran clara- mente peligros bien definidos. Otros no son tan obvios y exigen un cuidado y una vigi- lancia extremos, pues encierran peligros latentes, resultado de la combinación de las partes que los constituyen. El problema reside en que el contacto con los productos químicos no siempre causa una lesión inmediata, sobre todo en el caso de los riesgos ocultos, sino que lo que oca- siona un daño irreversible es la exposición a los mismos acumulada a lo largo de meses, o incluso años. No es nada raro que los traba- jadores toquen los aceites, ‘taladrinas’ y flui- dos de corte durante años sin que se produz- ca ningún efecto dañino aparente, aunque luego sufren enfermedades crónicas de la piel, incluido el cáncer. • Riesgos eléctricos Una instalación eléctrica defectuosa, cables desnudos o un cortocircuito pueden ser causa de accidentes en el lugar de trabajo. Por principio, las tareas eléctricas deben encargarse siempre a profesionales para evi- tar el accidente eléctrico (paso de la corrien- te eléctrica a través del organismo). Gracias a protocolos y regulaciones de segu- ridad estrictos, el riesgo de exposición a electricidad de alta tensión en los lugares de trabajo está bien controlado, pero aún pue- den producirse heridas graves. Siempre exis- te el riesgo de entrar en contacto y lesionar- se con la electricidad utilizada para la iluminación o la alimentación de los equipos empleados en el trabajo (maquinaria fija y electro-portátil, equipos de soldadura, etc). • Riesgos térmicos En cualquier empresa -del sector del metal u otro- este peligro tiene dos caras: frío y calor. Simplemente unas bajas temperaturas invernales dificultan de forma notable el tra- bajo y la destreza de las manos en las distin- tas operaciones. El problema no será sólo la menor destreza para trabajar, sino que ésta Unas manos sanas y seguras El decálogo de las manos sanas incluye medidas tan sencillas como descartar los guantes que se encuentren demasiado viejos o gastados, comprobar que no tienen defectos antes del uso, y no compartir los guantes, ya que con ello el campo de cultivo de bacterias y gér- menes que es el interior de un guante estará circulando por la comunidad de trabajadores y causando el contagio de afecciones de la piel. Por ello, será conveniente lavarse las manos antes de ponerse los guantes, curar y cubrir cortes y abrasiones y, en ningún caso, ignorar los signos de irritación o de erupción en la piel. Las enfermedades de la piel, tales como la dermatitis, nos pueden incapacitar y son la causa de la pérdida de cientos de miles de horas de trabajo cada año. El guante que no se utiliza no sirve para nada. De haberlo pensado a tiempo, muchos traba- jadores manuales no estarían ahora aquejados de discapacidad en sus manos. Con el fin de evitar muchos problemas de salud para los que no hay vuelta atrás, y que tengamos nues- tros guantes siempre a mano evitando la pérdida de productividad, Tomás Bodero ha crea- do el Glove-Holder (Porta-guantes), un sencillo dispositivo que el trabajador coloca en su cinturón, y que dispone de una lengüeta con velcro para sujetar los guantes. Los riesgos del sector del metal Riesgo químico Fluidos para el labrado de metales, aceites puros, desengrasantes, ácidos, disolventes y pinturas para el acabado de superficies Riesgo mecánico Virutas de metal, componentes, láminas y piezas metálicas afiladas, herra- mientas y útiles de trabajo Riesgo térmico Máquinas de prensar, cortar, pulir, taladrar, soldar, pulverizadores de pintu- ra y hornos de secado Riesgo eléctrico Herramientas y piezas para trabajar con metales líquidos, componentes de metal líquido, maquinaria eléctrica y, especialmente, la de soldadura