TRIBUNA DE OPINIÓN 120 Marcelino García, director de DuPont Sustainable Solutions Ibérica ¿Centramos la atención lo suficiente en la prevención de accidentes laborales? El pasado año registró el peor dato de accidentes laborales en España desde 2011. Un total de 652 trabajadores murieron en accidente laboral en 2018 alcanzando el mayor pico de siniestralidad de los últimos siete años. Por el contrario, el número de accidentes sin baja descendió significativamente con respecto al año precedente (según datos del Ministerio de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social. ¿Cómo puede darse tal paradoja? Normalmente se piensa que la gestión del sistema de seguridad de las empresas dictamina que la prevención de lesiones más leves previene, de manera consecutiva, las lesiones más graves, tal como avala la pirámide de Heinrich. Desde la introducción de ésta en 1931, los líderes de negocios más importantes han sido formados para interiorizar el uso del denominado índice ‘accidente laboral con baja’ (LTI, por sus siglas en inglés), que actúa como principal fuente de información de potenciales accidentes mortales y accidentes graves. Aún así, este modelo sólo es válido para actividades de altas frecuencias y bajas consecuencias mientras que las actividades de alto riesgo se encuentran en gran medida fuera de este rango de control. De hecho, el descenso de las cifras de accidentes laborales sin baja ha creado una falsa imagen de seguridad en las empresas, mientras que las muertes se siguen sucediendo. ¿Son entonces estas muertes hechos aleatorios que la parte ejecu- tiva de la empresa no puede predecir o, por el contrario, sí existe un método para poder prever dichos acontecimientos? Hace algunos años, una gran compañía de producción de papel me pidió que asistiese a una reunión anual de la empresa para aconsejarles sobre la seguridad en el trabajo. Pregunté sobre el último accidente laboral con baja y me hablaron de alguien que se tropezó con una alfombra de la oficina y se rompió la rodilla. De inmediato, la empresa encargó un estudio exhaustivo sobre las moquetas y alfombras y alertaron a los empleados sobre los riesgos de tropiezo que éstas podían provocar. Lo que hicieron fue ejemplar y se lo reconocí. Tras esto, pregunté sobre los últimos accidentes graves que habían tenido. Me describieron su proceso de producción y cómo recogían todos los árboles que tenían en el campo con un camión recogedor. Una vez, un tronco de uno de estos árboles cayó sobre uno de los camiones, sin mayores consecuen- cias gracias a que éste, afortunadamente, se encontraba vacío en aquel momento. Al cuestionarles sobre las acciones que se llevaron a cabo tras ello, el silencio fue la única respuesta. No se había hecho nada al respecto y ese incidente era, sin duda, potencialmente mucho más grave que el de la rodilla rota por una alfombra de la oficina a pesar de que no hubiera ningún empleado implicado en el suceso, sólo por las potenciales consecuencias del suceso.Normalmente se cae en la