EMPRESAS 78 El calzado ‘Made in Spain’ es sinónimo de calidad. Este éxito empre- sarial se debe a que las marcas que fabricamos en España apostamos por el diseño, el confort y la selección de la mejor materia prima. El saber hacer de nuestros maestros zapateros, combinado con el per- feccionamiento de los procesos de fabricación son los ingredientes de éxito que dan prestigio y popularidad al calzado que se hace en nues- tra tierra. De ahí que el calzado hecho en España sea uno de nuestros grandes embajadores, entendido como la mejor garantía para distri- buidores y usuarios de todo el mundo. Cada vez son más los problemas que anuncian los dermatólogos, podólogos y traumatólogos por usar calzados de pésima calidad fabricados fuera de España. Panter siempre reivindica el ‘Made in Spain’. ¿Cómo se valora la ‘Marca España’ fuera de nuestras fronteras? Y esto se consigue con nuestras pequeñas decisiones de cada día. Tienen sus propios laboratorios de pruebas, pero colaboran también con centros tecnológicos como el IBV o Inescop. ¿Qué valor les apor- ta estas colaboraciones? El valor de saber que los productos que fabricamos, con los cuales protegemos los pies de las personas, están desarrollados bajo unos parámetros ciertos y testados por especialistas de cada materia. Es como aprobar el examen de cada paso dado. Colaborar con institutos tecnológicos nos permite estar en constante movimiento y evolución. Nos aporta competitividad e innovación. Debería ser obligatorio que empresas e Institutos Tecnológicos trabajasen en conjunto para poner en el mercado soluciones avanzadas, evolucionadas y diferenciadoras que aporten mejoras a la sociedad, sea el sector que sea. La producción de Panter se desarrolla en un polígono industrial totalmente privado y propio en la Provincia de Alicante. Comprar zapatos españoles es una decisión acertada, no solo porque adquirimos calzado de gran calidad, también porque beneficiamos a la industria nacional, contribuimos al desarrollo local de las ciudades y pueblos, y a la generación de empleo y puestos de trabajo. Esta actividad económica sostiene a miles de fábricas, empleados y familias en diversos puntos de España, especialmente en Alicante, provincia de tradición zapatera centenaria. Hoy tenemos una gran oferta de TODOOOOO con unos precios que, si pensáramos un poquito, a veces son hasta ilógicos. Casi toda etiqueta que leemos de un producto, nos informa de que se ha producido fuera de España y creo que deberíamos pensar seriamente en ello. Si destruimos la industria —llamémosla así en general— destruimos puestos de trabajo, esto es como una ‘noria’: coge agua, vierte agua y vuelve a coger agua. Es decir, por poner un punto de inicio en el círculo, digamos que cuando compramos un par de zapatos hechos en España, hay miles de personas que al final de mes —por hacerlo corto— cobrarán un dinero, el cual invertirán en dentista, supermercado, formación, hoteles, restaurantes, viajes, vestuario... Un sin fin de actividades según cada individuo. Si por el contrario compramos un calzado fabricado en país X —no España— serán esas personas las que moverán todos estos sectores en su país y nosotros nos quedaremos parados. Ya pueden ustedes imaginarse el final del cuento. Comercios llenos de producto sin clientes con poder adquisitivo para comprar, solo mirar. Cada uno de nosotros tenemos el deber de elevar el desarrollo de nuestro pueblo, ciudad, país, para que nuestras nuevas genera- ciones y otras de otros países quieran y puedan desarrollarse en España y estén orgullosos de lo que hoy hacemos.