bajo en gran parte del mundo. Y es que, no sólo las máquinas, por muy novedosas y sofisticadas que sean, son las únicas responsables de los cambios, tan importante o más es el cómo se usan, es decir, en qué modelo organizativo se integran. Por ello, las organizacio- nes laborales son un elemento configurador fundamental de las sociedades desarrolladas. Han venido modelando el mundo actual desde los orígenes de la revolución industrial y su evolución tendrá profundas repercusiones tanto para los trabajadores como para la economía y para la sociedad en su conjunto. Por ello, en tiempos como los actuales, de grandes conmociones tecnológicas y sociales, resulta imprescindible vigilar atentamente las condiciones de trabajo: ¿Qué está cambiando? ¿Cuáles serán las consecuencias para la salud de los trabajadores? ¿Qué medidas deben tomarse para prevenir posibles consecuencias perjudiciales y minimizar los riesgos? Aventurar el futuro siempre es arriesgado, pero podemos sacar algunas pistas si analizamos atentamente el pasado más reciente y proyectamos las tendencias actuales. A este respecto, repasando los principales riesgos para la seguridad y la salud de los trabajado- res, en base a la información que genera y recopila el Observatorio Estatal de las Condiciones de Trabajo del Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo, podemos aventurar el sentido de ciertas evoluciones. Así, primeramente podemos esperar una disminución de la sinies- tralidad, en especial de los accidentes más graves o mortales, que se concentran cada vez más en los originados por la creciente movilidad de muchas actividades, esto es, en forma de accidentes de tráfico, así como en las denominadas patologías no traumáticas. Esta sería la ten- dencia fuerte, dada la constante mejora y disminución proporcional de las tareas que implican uso de fuerza y la mejora de la seguridad intrín- seca de las máquinas y equipos. No obstante, la creciente complejidad de muchos procesos de trabajo, unido a la ejecución de tareas, por personal poco experto debido a su temporalidad o precariedad y en contextos acuciados por la prisa y la urgencia, puede cambiar esta tendencia en circunstancias puntuales. En lo que respecta a las exposiciones a riesgos físicos, los datos muestran la dificultad de controlar el ruido en los centros de trabajo, incluso el de nivel alto, por lo que durante mucho tiempo parece que seguirá siendo un insidioso compañero de trabajo. Pero, además, la frecuencia de la exposición al ruido a un nivel de molestia no ha experimentado una disminución sustancial. Ello tiene el efecto de dificultar la ejecución correcta de las tareas y de provocar por ello accidentes, así como una mayor fatiga en la realización del trabajo. Respecto a los agentes químicos, lo probable es que los empresarios y los trabajadores que los emplean sean cada vez más conscientes de la peligrosidad de las sustancias que manipulan, incluso en propor- ciones pequeñas. A este respecto, hay camino para mejorar, ya que según los expertos nuestro nivel de conocimiento sobre la peligro- sidad de las sustancias que se utilizan en buena parte de actividades es ínfimo, como lo demuestra la trágica historia de la exposición al amianto y, en general, del cáncer laboral. A este respecto, la expo- sición a nanosustancias y nanoproductos añade una preocupación suplementaria, teniendo en cuenta el gran desconocimiento actual en relación con sus efectos. 25