las pensiones. “Los gobiernos deben darse cuenta de que es necesario que actuemos para proteger el medio ambiente, ya que es un problema de todos. Tenemos que asumir nuestra res- ponsabilidad y actuar para cambiar las cosas”, afirma Fitzgerald. Es un asunto complicado, pero hay señales esperanzadoras. Según la consultora McKinsey, la sostenibilidad es un aspecto fundamental para el 70% de los consejeros delegados. Freddie Woolfe, director de compromiso corporativo de Hermes Investment Management quiere que “las empresas se compro- metan en firme a reducir la deforestación eliminando prácticas insostenibles de sus cadenas de suministro”. “Tenemos que obtener beneficios, claro está, pero todo lo que hacemos tiene también un componente medioambiental, social y de gober- nanza”, sostiene Fitzgerald. El control de las emisiones al entorno, el agua y la tierra, así como la normativa sobre sustancias químicas, afectan a todas las industrias, incluida la de las artes gráficas. En EE UU, la legislación medioambiental se vuelve más rigurosa en muchos estados, mientras que, desde el gobierno federal, se controlan cada vez más los alternadores. En China, se están elaborando leyes más estrictas, pero en general hay mucha incoherencia a escala internacional. Según Fitzgerald, “eso no influye en Australia, pero sí en Alemania o Escandinavia”. También existen muchas diferencias en los mercados. “La preocupación por la sostenibilidad depende de cada cliente: para algunos, es un factor importante del proceso de auditoría y selección de pro- veedores, mientras que a otros no les interesa”, dice el doctor Steele. “El mercado no nos ha obligado a adoptar ningún sis- tema de gestión medioambiental en concreto, así que seguimos la legislación al respecto a través de recursos en línea”, agrega. En mayor o menor medida según el territorio, la normativa restringe la composición de los soportes, las tintas y los con- sumibles, y regula el tratamiento de los residuos. En el Reino Unido, por ejemplo, las empresas que manejan más de cincuenta toneladas de packaging al año están obligadas a recuperar y reciclar los residuos de los envases. En Gran Bretaña y en el resto de países, los impresores que usan productos químicos que lleven compuestos orgánicos volátiles (COV) deben cum- plir normas más o menos exigentes para proteger la salud, garantizar la seguridad y evitar la contaminación. Por su parte, los fabricantes de tintas deben seguir varias normativas sobre sustancias químicas, sobre todo en el caso de las tintas que se usan en envases de bienes perecederos. Las tintas de baja migración son fundamentales y las fórmulas no pueden com- prometer el material sobre el que se imprimen las tintas ni el contenido del envase. Prácticas estándares El informe ISO 17098 sobre sustancias y materiales que pueden impedir el reciclaje es una de las muchas herramientas útiles. Normas como la ISO 14001 (sistemas de gestión ambiental) y la ISO 16759 (cálculo de la huella de carbono de la impre- sión) ayudan a los impresores a apoyar los compromisos medioambientales asumidos por los clientes, que pueden ser muy ambiciosos. Según Jamie Lawrence, consultor especialista en sostenibilidad, Kingfisher, un conglomerado de empresas del sector minorista, quiere que “en 2020, los suministros de madera y papel de todas sus divisiones procedan de proveedores que sigan políticas sostenibles”. Así, Kingfisher quiere que los proveedores cumplan leyes medioambientales como el Lacey Act de EE UU, el Reglamento sobre madera y las Restricciones a la utilización de determinadas sustancias peligrosas (II) de la UE, entre otras. No obstante, nada cambiará si los clientes no reman en la misma dirección sostenible. Las marcas pueden contribuir a reducir la dependencia de las materias primas, lo que fomentaría la innovación en los materiales de las etiquetas y los procesos de impresión. El mercado y la economía determinan la sostenibili- dad en la impresión, así que el mayor reto es la relación entre las prioridades comerciales, prácticas y ecológicas. Esta dinámica influye en todos los aspectos de las cadenas de suministro de los soportes impresos, por lo que se necesita motivación y recursos para cambiarla. Modificar los efectos sobre el medio ambiente de la impresión exige comprometerse con unos objetivos comerciales, prácticos y sostenibles, así como articularlos de manera clara. La manera como los impresores concilian estos objetivos es subjetiva. Deben producir artículos en un entorno de trabajo cohesionado, sostenible y al mismo tiempo rentable. El desarro- llo de normas y modelos de producción sostenibles supone un desafío enorme para las cadenas de suministro de la impresión. Un desafío que el sector está preparado para superar.• Sobre la autora Laurel Brunner trabaja en la industria de las artes gráficas desde hace más de treinta años. Empezó su carrera como contable de una imprenta londinense, pero se aburrió y decidió viajar. Vivió de lleno la revolución de la autoedición en California, en la empresa Seybold, donde tuvo un papel crucial en la creación de los congresos Seybold. A lo largo de los años, ha desempeñado su actividad en los ámbitos de la preimpresión y la edición, sobre todo en el segmento digital. En la actualidad, es la directora general de Digital Dots, consultoría que ofrece servicios de asesoramiento y formación en todo el mundo. 15