Acalorados debates se han sucedido a lo largo de la histo- su secuencia. La observación de grupos de metilo en las cito- ria acerca de la in uencia del medio sobre la persona en toda su expresión, tanto en sus respuestas físicas como en las comportamentales. Hoy, genetistas y ambientalis- tas (1) entierran el hacha de guerra porque existen evidencias de que toda experiencia se traduce en una marca química en nuestro ADN: cómo nos alimentamos, la calidad del aire que res- piramos, nuestros niveles de estrés o la sensación de sentirnos queridos y valorados, entre otros factores. El enfoque del debate se ha revelado estéril ya que la interrelación entre el mandato de nuestros genes y la in uencia del ambiente forman parte de un todo y no pueden ser el uno sin el otro. Pero lo más impor- tante de estos nuevos conocimientos es la constatación de que podemos incidir sobre la expresión del gen sin modi car su ADN; los fármacos del futro serán capaces de reprogramar nuestros genes sin recurrir a la ingeniería genética. Y la optimización de los factores ambientales será también crucial en este nuevo modo de abordar la salud. Pero recapitulemos. Aunque todas las células de una misma persona, en cuanto a la secuencia de ADN, contienen el mismo material genético a lo largo de toda su vida, es decir, nuestro particular genotipo, también tenemos un programa de expresión génica propio que indica al gen cuándo, cómo y en qué medida debe expresarse (activarse o desactivarse, encenderse o apa- garse), nuestro particular fenotipo, que sí es modi cable. La epigenética estudia los mecanismos que regulan la expresión génica de la célula; sería el conjunto de reacciones químicas y demás procesos que modi can la actividad del ADN sin alterar sinas que componen el ADN ha mostrado estas huellas químicas que se añaden al material genético y regulan su actividad. A día de hoy se han identi cado estas marcas en genes implica- dos en determinados tipos de cáncer y también en patologías cardiovasculares, neurológicas, reproductivas e inmunes. La investigación sobre los cambios en los patrones de metilación ha llevado a que en la actualidad se cuente ya con fármacos que inciden sobre este proceso; el siguiente paso es poder elegir, con medicamentos ‘diana’, qué gen apagar y cuál encender. Estos procesos de metilación están determinados por factores ambientales; ello explica, por ejemplo, que gemelos monocigó- ticos desarrollen enfermedades distintas. De hecho, sólo entre el 5 y el 10% de los tumores se debe a una alteración genética heredada, la mayoría de ellos se produce porque algún gen se activa o desactiva de forma errónea. Hoy, genetistas y ambientalistas entierran el hacha de guerra porque existen evidencias de que toda experiencia se traduce en una marca química en nuestro ADN >>7 I+D