El Hospital Sant Joan de Déu utiliza este robot- dinosaurio, de nombre PLEO, como elemento de apoyo psicológico durante la estancia de los niños ingresados; éstos mejoran su estado anímico gracias a la interacción con la mascota, que es capaz de corresponder al niño a través de sonidos, movimientos y juegos. “La calidad de nuestras vidas la determina la calidad de nuestro pensamiento. La calidad de nuestro pensa- miento, a su vez, la determina la calidad de nuestras preguntas, ya que las preguntas son la maquinaria, la fuerza que impulsa el pensamiento. Sin las preguntas, no tenemos sobre qué pensar”, se cita en El Arte de Formular Preguntas Esenciales, editado por Foundation for Critical Thinking. Pues como en ciencia, la sociedad debería hacerse algunas preguntas correctas. El primero de nosotros, los humanos, se preguntó porqué: porqué había noche y día, porqué llovía o porqué tenía dolor de barriga. La curiosidad y la imaginación en un mundo donde todo estaba por inventar y descubrir, hicieron el resto. Las reacciones bioquímicas que se producen al aprender algo nuevo dan lugar a sustancias (neurotransmisores) generadoras de placer. Así que dimos rienda suelta a nuestro entusiasmo creativo, seguramente sin preguntarnos hacia dónde. Dotados a estas alturas de extraordinarias tecnologías a las que vamos traspasando algunas de nuestras tareas cerebrales habituales en virtud de una mayor comodidad y efectividad, algunos estudios nos ponen sobre alerta. Esta ‘externalización’ de tareas, y dada la economía de recursos que rige nuestro funcionamiento biológico, puede comprometer la capacidad cerebral de aprender, en tanto que disminuye algunas capa- cidades como la atención, la concentración, la memoria o el pensamiento profundo, la reflexión. La mismísima y aparente- mente infinita red de redes, nos propone paradójicamente un mundo menguado y menguante; pequeños universos hechos a medida de nuestros supuestos intereses según los cálculos de un algoritmo claramente imperfecto y para el cual no somos más que un target al que persuadir. En este contexto, también se establecerán nuevas conexiones neuronales que modificarán la estructura cerebral a través de los nuevos requerimientos que conlleva el uso de las tecnologías. La cuestión es que podemos intervenir en la evolución de nuestras funciones cerebrales y, de algún modo, elegir cómo queremos ser. ¿Qué hábitos compensatorios introducimos para mantener intactas nuestras conexiones neuronales mientras desarrollamos otras nuevas?, podría ser la pregunta. Urge una nueva escuela que aplique los avances de las neurociencias y dote al sistema educativo de un componente científico del aprendizaje; éste podría ser un punto de partida. ¿Nueva era? Si les hablo de alguien que soñaba desde niño con entregarse algún día a su pasión por el estudio del sistema reproductor de las hormigas de cabeza roja, muchos de ustedes habrán adivi- nado que me refiero a TC (Tipo Corriente) el personaje del best seller El vendedor de tiempo, de Fernando Trías de Bes. Se hizo la pregunta correcta acerca de quién era en realidad el dueño de su tiempo y, claro, de sus sueños. Así que pasó a la acción: le dio la vuelta al sistema vendiendo tiempo envasado, tiempo libre, por supuesto. Pronto SA (Sitio Aleatorio) se viene abajo por el colapso del sistema productivo. La conclusión es, una vez más, inyectar un poco de sentido común... Hoy, la idea ya tiene nombre, es el capitalismo consciente, que viene para humanizar el sistema, promulgando un win-win que se extiende más allá de las paredes de la empresa. Nuevas corrientes abogan por aprovechar la transformación socioeconómica que se avecina y que va a implicar cambios en los procesos productivos, en los flujos de los bienes, en el mercado de trabajo y en los sistemas de salud, entre otros, para introducir una mejora cualitativa en el sistema. Se anuncia el advenimiento de una cuarta revolución industrial y la sociedad se pregunta por la destrucción de puestos de trabajo; se habla de la posibilidad de asegurar una renta mínima univer- sal, o de hacer pagar impuestos a los robots —Bill Gates es uno Opinión 37