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El análisis de las aguas residuales sirve para conocer el estado de salud de un grupo poblacional determinado, como se puso de manifiesto durante la emergencia sanitaria de la COVID. 28 ESTRÉS HÍDRICO Y SALUD ¿QUIÉN SE HA BEBIDO MI AGUA? La atmósfera la cogió, cuando cayó se recogió un poquito, el resto se contaminó. Quien la bebió enfermó y la que penetró en la tierra mermó su fertilidad. Eso en ‘villaabajo’. Porque en ‘villaarriba’ un pequeño gesto da acceso a agua dulce de calidad, ¡sin límite de litros!, al tiempo que se generan residuos que abocan a ella. Y así, sin más, la fuente de la vida desde hace 3.400 millones de años, hoy ve su abastecimiento universal seriamente comprometido. Parece que no hay tiempo para preguntarnos cómo hemos llegado hasta aquí. Solo cabe abordar esta realidad desde ya, desde una perspectiva global, y con voluntad de acción. Las enfermedades, la contaminación y los temporales no entienden de fronteras. Sí, a veces el planeta nos parece inmenso desde nuestra pequeñez, pero en realidad el nuestro es un pequeño astro con demasiadas amenazas naturales como para añadir las humanas. La situación nos aboca a confluir en el objetivo común de la supervivencia. No verlo, sí es una locura. FÁRMACOS EN EL CICLO DEL AGUA La prosperidad de los países del primer mundo en las últimas décadas ha traído de la mano un fácil acceso de sus ciudadanos a los productos farmacéuticos. Su consumo y diversidad crecen cada día, también la utilización de bienes de consumo que incorporan miles de productos químicos sintéticos, sustancias, muchas de ellas, que terminan en aguas residuales. Las plantas de tratamiento de estas aguas eliminan microbios y también residuos, pero no todos; no están preparadas para eliminar los compuestos farmacéuticos o los productos de su paso por nuestro cuerpo, que solo metaboliza los fármacos de manera parcial, los llamados metabolitos. Además, en ocasiones “se da el caso –según fuentes de la UAB– de determinados metabolitos que durante el proceso de depuración pueden revertir hacia la forma original del fármaco dentro de la misma planta, aumentando su concentración en el agua ‘depurada’, como es el caso de la carbamazepina". Las mismas fuentes advierten de que se viene detectando la presencia en el agua potabilizada de sustancias farmacológicas a baja concentración cuyos efectos a largo plazo sobre la salud humana se desconocen. Investigadores de la universidad catalana trabajan en una herramienta que permite determinar la posibilidad de que los fármacos acaben en el medio ambiente y a qué concentración. Otro frente abiertoes dar conelmodode descomponer y eliminar por completo dichas sustancias. En la Universidad de la Rioja, la investigadora Marta Jiménez Salcedo ha desarrollado una técnica que sí lo logra, y lo ha hecho utilizando nanomateriales, en concreto el nitruro de carbono grafítico, que degradan el medicamento hasta transformarlo en dióxido de carbono y agua. “Hemos conseguido –hadeclarado Jiménez– eliminar por completo medicamentos que se encontraban en aguas contaminadas, como el ibuprofeno, el paracetamol, el diclofenaco e incluso un antibiótico (el ciprofloxacino) y los productos intermedios que generan al descomponerse, que también son tóxicos”. Por lo que respecta a la industria, la gestión integral del agua es un proceso que ya está en marcha. También las ciudades deberán diseñar un plan de acción incorporando tecnología, no solo para prevenir o resolver problemas acuciantes como el que aquí tratamos; si nos aguarda un futuro urbanizado, habrá que repensar la ciudad en su conjunto para hacer de ella un lugar acogedor, seguro y saludable. n

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