La terapia con virus oncolíticos –viroterapia–, por su parte, utiliza virus modificados genéticamente para que infecten sólo las células cancerígenas; una vez inyectados directamente en el tumor, estos destruyen las células tumorales provocando la liberación de antí- genos tumorales que ayudan al sistema inmune a reconocer estas células, donde quiera que se encuentren, y entrar en acción. En el capítulo de las vacunas terapéuticas, mediante biotecnolo- gía se identifican antígenos específicos de cada tumor para que, una vez producidos –in vivo o ex vivo–, causen una respuesta inmunitaria al antígeno en cuestión, que destruya las células cancerosas o bien detenga o retrase su crecimiento. Y es que una circunstancia a tener en cuenta en inmunoterapia, que no se da con la quimioterapia, es la posibilidad de alcanzar un equilibrio que permita a un paciente convivir con un tumor sin que éste progrese. Así lo explica el doctor Manel Juan: “En inmunoterapia se da lo que vendrían a ser tres fases reales: cuando vemos que hay un tumor y que está creciendo es que el sistema inmunitario no está funcionando, entonces decimos que es un mecanismo de escape –el tumor está creciendo porque se escapa al bloqueo del sistema inmune–, y como contrapartida para ‘curarlo’, lo que buscamos es llegar a la fase de eliminación –que el sistema inmune elimine el tumor–; pero entre el escape y la eliminación hay una situación de equilibrio en la que los tumores pueden no crecer durante mucho tiempo. Lo hemos visto en pacientes que no tenían otra opción y después de tratarse con inmunoterapia, el tumor no ha progresado durante un largo período.” ¿Por qué ahora? La investigación en inmunoterapia ha permanecido bloqueada durante muchos años, coincidiendo con el desarrollo de la radioterapia y la quimioterapia, pero ¿qué circunstancias han cambiado para que se haya retomado el sistema inmunológico como objeto de estudio? “Hoy –argumenta la doctora Garralda– se une un conocimiento que ya había sobre que el sistema inmune puede atacar tumores, un mayor conocimiento de la capacidad del tumor de evadir el sistema inmune, que es una de las capa- cidades que adquiere en su propia deriva y evolución tumoral, y que empiezan a aparecer fármacos que incluso en monote- rapia pueden tener una respuesta efectiva muy duradera. Hay pacientes con tumores metastásicos que llevan 10 años libres de enfermedad, y eso son resultados que con otras terapias no veía- mos; de ahí que haya un crecimiento espectacular del interés por investigar este tipo de moléculas.” En opinión de Manel Juan: “Se ha tardado porque, básicamente, había un claro interés en el desarrollo de productos químicos con efecto directo contra el tumor, ya que con las quimioterapias el efecto se centraba en el tumor, y el procedimiento quimiote- rápico ha dado mucho margen para ello; incluso después del conocimiento de las mutaciones, las investigaciones también se han centrado en inhibidores de funciones concretas de las células mutadas a nivel químico”. El despegue de estas terapias coincide con el estancamiento de las posibilidades de la quimioterapia, que después de alcanzar un nivel de éxito muy importante, ha visto como en los últimos años, los fármacos que han ido apareciendo no han aportado cambios sustanciales; mientras que la inmunoterapia, con su cambio de concepto, ofrece la posibilidad de tratar también un cáncer, pero, generalmente, con muchos menos efectos secundarios. En este