INMUNOTERAPIA Nuestro sistema inmune es capaz de identificar y eliminar células tumorales y, sin que nos demos cuenta, se encarga de neutralizar estas mutaciones celulares evitando la aparición de muchos más tumores; pero algunas han aprendido a escapar. Los medicamentos con anticuerpos monoclonales aprovechan las funciones de sistema inmunitario natural para combatir el tumor. Se llama Emily Whitehead. Seguramente el nombre no les suene, pero su impresionante curación de una leucemia linfoblástica aguda a los 6 años después de ser tratada con una terapia génica y celular, entonces experimental, CAR-T (inmunoterapia con células T –un tipo de linfocitos– con receptor de antígeno quimé- rico –CAR–), abrió las puertas a un nuevo frente en la lucha contra algunas de las enfermedades más mortales de nuestra sociedad. Desde entonces, la comunidad científica ha puesto el foco sobre una línea de investigación que había quedado aparcada durante demasiado tiempo: nuestro, casi perfecto, sistema inmune. Los progresos se han sucedido desde entonces. Con el llamado Paciente de Berlín, el primer caso de curación del sida (al cierre de esta edición se acaba de confirmar el segundo caso, en Londres) después de un trasplante de células madre en 2007 y otro en 2008 con motivo de un diagnóstico adicional de leucemia –de la que tam- bién se curó–, se constataba la influencia del sistema inmune del donante, de sus linfocitos T, en el control del virus (el donante tenía una mutación genética que confiere resistencia a la infección de VIH). En 2018, una inmunoterapia logra curar un cáncer de mama metastásico, extrayendo linfocitos del tumor, identificando los más activos (pero insuficientes en número), multiplicándolos en el labo- ratorio y reinfundiéndolos a la paciente, que se curó completamente con sus propias células inmunes. Esto nos da una idea del grado de personalización que requiere este tipo de tratamientos que, por otra parte, no funcionan en todos los pacientes ni en todos los tipos de tumor; y ahí es donde se centran ahora las investigaciones. Aunque para asomarnos a los orígenes del fundamento de las inmunoterapias tenemos que retroceder más de un siglo, cuando el cirujano y oncólogo neoyorquino William Coley observó que el índice de supervivencia tras la cirugía de un tumor, era mayor cuando se producía una infección, y en 1891experimentó por pri- mera vez inyectando bacterias de erisipela directamente en un tumor, que, en efecto, se redujo. “Siempre ha habido científicos que han creído en la capa- cidad del sistema inmune para erradicar el cáncer”, apunta Elena Garralda, directora ejecutiva de la UITM (Unidad de Investigación de Terapia Molecular) e investigadora principal del Grupo de Desarrollo Clínico Precoz de Fármacos del Hospital Vall d’Hebron Instituto de Oncología. En el mismo sentido se expresa Manel Juan, jefe de la Sección de Inmunoterapia del Servicio de Inmunología del Hospital Clínic de Barcelona y responsable de la Plataforma de Inmunoterapia Hospital Sant Joan de Deu- Hospital Clínic: “Evidencias existen desde hace mucho tiempo, más allá de situaciones en las que encontramos tumores que de manera espontanea desparecen, y que alguna vez se ha querido relacionar con creencias, pero el principal factor al que se atri- buye este tipo de curaciones es al sistema inmunológico.” En los últimos tiempos las noticias sobre los avances en el ámbito de la inmunoterapia se suceden a ritmo vertiginoso y aunque los principales logros se han obtenido en oncología, ya que hasta ahora estos tratamientos se han venido utilizando como último recurso en pacientes sin otras opciones terapéuticas, de estos continuos hallazgos pueden beneficiarse “todas las enfermedades mediadas por el sistema inmunitario como las alergias o las enfer- medades autoinmunes, como la artritis reumatoide”, explica Juan. En la actualidad los cánceres más susceptibles de ser tratados con inmunoterapia son los de piel, pulmón y de la sangre (leucemias y linfomas). Los ensayos clínicos se cuentan por cientos en todo el mundo, y algunas de estas terapias ya se están utilizando, también en España. El Gobierno ha anunciado recientemente que financiará las dos primeras terapias CAR-T comerciales: el Kymriah, de Novartis, con quien ya ha llegado a un acuerdo económico basado en el pago por resultados, y el Yescarta, de Kite Pharma, ambos aprobados por la EMA el verano pasado, para tratar la leucemia linfoblástica aguda (LLA) en pacientes pediátricos y jóvenes hasta 9