Las mujeres han tenido que superar muchos obstáculos para poder acceder al negocio y conseguir que se las valore como miembros iguales Los roles familiares Las mujeres han estado tradicionalmente asociadas a los roles fami- liares por lo que, hasta no hace mucho, su aportación a la empresa familiar estaba principalmente ligada a aquellos aspectos relacio- nados con la familia. Su participación en el negocio se relegaba básicamente a los ámbitos más emocionales, como la transmisión de valores, la promoción de la unión familiar, la resolución de con- flictos, y el liderazgo emocional, y asumían el papel de catalizadoras de las emociones y de mediadoras en los conflictos familiares. Sin embargo, no tenían una participación directa en la gestión de la empresa ni estaban implicadas en la gestión del día a día. Afortunadamente, en los últimos 50 años, la mujer ha pasado de no participar en el negocio de la familia o de hacerlo solo para desem- peñar una función armonizadora y conciliadora a tener un rol muy activo en él. No obstante, en algunas familias empresarias las muje- res todavía siguen asociadas a los roles familiares, y esto hace que no se las anime a entrar en el mundo de la empresa familiar desde pequeñas ni se las forme para ello, y que tampoco se las informe de temas relacionados con el negocio, como sí que pasa más habitual- mente en el caso de los chicos. La maternidad y la conciliación Muy ligado con el punto anterior, todavía hoy hay bastantes familias que siguen creyendo que las mujeres deben tener una mayor implica- ción que los hombres en cuidar de la familia y del hogar. Estos roles de género que imperan en la familia empresaria a menudo se trasladan inconscientemente también a la empresa familiar y esto hace que en muchas de estas compañías la maternidad sea uno de los momentos en los que las mujeres se encuentran con más dificultades. A pesar de que los negocios familiares podrían parecer más flexibles en lo que a conciliación familiar se refiere, lo cierto es que conseguir conciliar el trabajo en la empresa familiar con la maternidad y la fami- lia y hacerlo siendo igualmente respetada en el negocio no es fácil. De hecho, en ocasiones, es la misma familia la que presiona a la mujer que se encuentra en esta situación para que opte por cuidar de su familia en detrimento de su carrera. La preferencia por el hijo varón Ahora bien, es durante el relevo generacional, cuando hay que esco- ger al sucesor o sucesores del negocio, cuando se hace más evidente el ‘techo de cristal’ que frena a las mujeres. Todavía hay algunos padres que siguen sin ver a sus hijas como las herederas del nego- cio y como sus sucesoras al frente del mismo, a pesar de que ellas se hayan preparado académicamente y profesionalmente durante años y de que tengan las competencias necesarias para ello. La razón más común es que creen que cuando sus hijas tengan una familia podrán dedicar menos tiempo al negocio que sus hijos. 63 TRIBUNA DE OPINIÓN En algunas empresas familiares, los primogénitos varones todavía son los preferentes para la sucesión familiar. Esto hace que en algunas familias empresarias siga existiendo una cierta preferencia por que sean los hijos varones, especialmente los primogénitos, quiénes continúen con el negocio familiar, aunque no sean los más idóneos para continuarlo. Este hecho es más acusado en zonas rurales y en pequeñas ciudades. Esta situación suele crear una sensación de desmotivación muy fuerte en las mujeres de la familia que trabajan en la empresa familiar, ya que acaban por no ver reconocidos sus méritos ni satisfechas sus aspi- raciones de dirigir el negocio. Afortunadamente, esto no ocurre en todos los negocios familiares, y hay muchas mujeres que han podido erigirse como líderes de la empresa familiar con la total confianza de la familia en su capacidad y en su compromiso con el negocio. Todavía queda mucho camino por recorrer En los últimos 50 años se ha avanzado mucho en la empresa familiar. Las mujeres han tenido que superar muchos obstáculos para poder acceder al negocio y conseguir que se las valore como miembros iguales por sus capacidades, cualidades y habilidades profesionales, pero han conseguido pasar de no participar en el negocio familiar o de hacerlo solo para calmar las tensiones fami- liares a tener un rol muy activo en él. Ahora contamos con mujeres en el seno de la empresa familiar muy preparadas y formadas, con los dotes de liderazgo y las competen- cias necesarias para ocupar puestos directivos con mucho éxito y que, además, generalmente tienen más facilidad para la comunica- ción y para gestionar emociones. Todo ello contribuye, sin duda, a una mejor concepción y desarrollo de la empresa familiar. Sin embargo, como hemos visto a lo largo de este artículo, no sería justo decir que hay una completa igualdad entre ambos géneros en los negocios familiares. Y a esta situación, hay que sumarle que, en algu- nas empresas familiares, todavía las mujeres tienen sueldos más bajos que los hombres, incluso en los puestos de alta dirección. Como veis, aún queda mucho camino por recorrer para alcanzar la plena igualdad de oportunidades y el mismo reconocimiento entre ambos sexos.•