No se reconocen los retos a los que se enfrenta la energía en España como la tasa de depen- dencia más elevada de nuestro entorno, sus implicaciones en la balanza comercial o la necesaria reducción de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero en nuestro mix energético. No se reconocen tampoco los beneficios socioeconómicos de la apuesta por las renovables, desde la crea- ción de empleo al liderazgo tecno- lógico y, por supuesto, se despre- cia el ahorro como primer elemen- to de una política energética. No, la opción de este gobierno –y la veleidad del anterior en su segun- da legislatura– es no solo mantener el sistema convencional, sino refor- zarlo con una involución normativa; perpetuar la falta de competencia; auxiliar a las grandes corporaciones en sus tremendos errores estratégi- cos, como la puesta en marcha de 27.000 MW de ciclos combinados; expulsar a los nuevos agentes que habían entrado en el mercado de la generación: y, finalmente, impedir que los ciudadanos participen en el mismo con la normativa del autocon- sumo más restrictiva del mundo. Si este es el origen del desmantelamiento de las renovables la excusa ha sido el déficit de tarifa, un problema real y grave pero que no es achacable a las primas ENERGÍAS RENOVABLES EDH 23