ENERGÍAS RENOVABLES - ESPECIAL BIOMASA 18 "Después de más de siete años desde que se perpetrara uno de los mayores atropellos a un sector, en este caso desde la Administración, con la promulgación del RD 1/2012, nuestro sector de la biomasa eléctrica sigue sumido en una atonía total" Todo ello hace que podamos contar con una ingente cantidad de biomasas disponibles, por lo que —insisto— resulta incomprensible que no se lance un plan de aprovechamiento de al menos una parte de esta grandísima cantidad de biomasa para producir electricidad, eliminando del parque instalaciones con producciones contami- nantes, que utilizan combustibles fósiles importados. Y ello nos permitiría, además, generar riqueza, empleo y espe- ranza para las zonas rurales más castigadas por la despoblación de nuestro país; y de paso, rebajar la salida de divisas para pagar esas compras de combustibles fósiles, dejando aquí todos esos fondos que ahora se van a otros países. Utilizando simplemente el 40% de los recursos biomásicos que están disponibles cada año, podríamos abastecer plantas con una potencia instalada de más de 4.000 MW, que —funcionando 8.000 horas año— pondrían en la red Kilovatios suficientes para suplir a todas las térmicas de carbón de nuestro país, dando una seguridad y una estabilidad al sistema que solo una renovable gestionable como la biomasa le puede dar. Un planteamiento realista Quede claro que esto no es el cuento de la lechera. Es un plan- teamiento absolutamente posible de realizar. Contamos con la experiencia de otros países que ya lo han puesto en marcha con resultados altamente satisfactorios. Ahora bien, para que esto sea posible hay que tomar medidas en varias direcciones. Primero, determinando una remuneración al KW acorde con lo que implica esta tecnología. No es lo mismo generar energía eléctrica con la eólica o la solar que con la biomasa; y los retornos generados tampoco son los mismos, ni desde el punto de vista de la inversión ni del empleo, ni —por supuesto— de los benefi- cios ambientales relacionados con los sectores agrícolas y forestales. En segundo lugar, es preciso generalizar la prohibición de quemar biomasa, pues a día de hoy todavía se queman las podas de los viñedos y de árboles frutales, como los naranjos, almendros, man- zanos... Es una verdadera barbaridad desperdiciar esa biomasa, como también emitir a la atmósfera —sin control alguno— cenizas y ciertos contaminantes, que si se quemaran en calderas no con- taminarían nuestro aire. Y un tercer tema, no menos importante, es la necesidad rebajar la enorme burocracia que rodea la construcción y puesta en mar- cha de las plantas de generación eléctrica con biomasa. Es muy negativo para la viabilidad de estos proyectos el hecho de que la tramitación de las autorizaciones se prolongue durante más de un año, no solo porque se trata de un periodo muy dilatado, sino por la multitud de gastos inherentes a ese largo plazo. Buen ritmo en generación térmica Muy distinta es la situación de la actividad del sector vinculada a la generación térmica con biomasa en España, tanto por la evo- lución de los últimos años como por su perspectiva a medio y largo plazo. Se trata de la cara más agradable de nuestro sector, que ha calado hondo en nuestra sociedad, debido a la impresionante transfor- mación tecnológica que han experimentado los equipos (estufas, calderas y las propias instalaciones), a la confortabilidad que ofrecen para los usuarios y al ahorro tan importante del que se benefician, así como a su decisiva contribución en la estrategia nacional contra la emisión de gases de efecto invernadero. El número de estufas y calderas de calefacción y agua caliente que se instalan anualmente en España aumenta a un ritmo de un 20% anual, generando más negocio y empleo, sobre todo en el medio rural. Un dato, este último, que pone en valor la actividad