TRIBUNA DE OPINIÓN 38 Una estrategia para nuestro futuro energético Por un lado, tenemos el hecho cierto de que los compromisos internacionales y europeos llevan al Viejo Continente a una senda de descarbonización en la que los combustibles fósi- les deben cambiar su papel protagonista por un papel secundario. Por otro lado, hay países que ya han marcado fechas límite para que su parque automovilístico se descarbonice totalmente. Francia marcó el año 2040 para el nal de la venta de vehículos de gasolina y diésel; Reino Unido ha marcado el mismo año; Suecia solamente fabricará coches híbridos o eléctricos a partir de 2019; en 2025 los Países Bajos restringirán los vehículos de combustión interna... Está claro que son noticias a tener en cuenta cuando de namos el futuro energético nacional. Un futuro energético que ha debatido estos meses la comisión de expertos para allanar el camino a la Ley de Cambio Climático y Transición Energética. Una comisión que debe recoger en sus con- clusiones y proyecciones la espectacular reducción de costes de las energías renovables, principalmente eólica y fotovoltaica, así como las tendencias que están marcando los principales países de nues- tro entorno. Alemania, con muchas menos horas de sol anuales que España, cuenta con cinco veces más potencia instalada por habi- tante de fotovoltaica. Esto también debería hacernos re exionar. ¿Por qué Luxemburgo duplica nuestra potencia instalada y Bélgica la triplica? ¿Por qué tenemos veinte puntos porcentuales más de dependencia energética que la media europea si disponemos de un magní co recurso energético renovable? José María González Moya, director general de Appa Renovables El año pasado, 2017, nos dejó dos datos interesantes por separado y, mucho más, si lo hacemos de forma conjunta. El primer dato es que este año fue el tercero más caluroso desde que existen registros, los otros dos fueron 2015 y 2016. El segundo dato es que batimos por tercer año consecutivo nuestro récord de importaciones de petróleo. Tres años en los que nuestro país ha importado más petróleo que en toda su historia y tres años en los que las temperaturas del planeta se han situado en máximos. Por supuesto, estos dos hechos no tienen una relación directa, dada la escasa incidencia que tiene nuestro país en las emisiones globales y a la certeza de que ese aumento de las importaciones de petróleo no está relacionado con el aumento del consumo sino con una mayor actividad de las re nerías (compramos para vender). Pero ambos hechos deberían hacernos re exionar, pues seguimos apostando por combustibles y tecnologías que están en claro retroceso. Es posible que pensemos que la energía es una commodity, que el electrón hace funcionar igual las fábricas venga de combustibles fósiles o de aerogeneradores y no nos faltará razón. Pero a este razonamiento de primera derivada hay que hacer dos importantes correcciones. El primero, es la lucha contra el Cambio Climático en la que estamos inmersos. Una lucha que, salvo algunas salidas de tiesto del presidente Trump, ya nadie considera innecesaria. En una encuesta de Global Shapers publicada en el Foro Económico Mundial, la principal preocupación entre la generación Millennial (nacidos entre 1982 y 2004) fue el cambio climático. 10 puntos por delante de los con ictos de gran escala y las guerras y 20 puntos porcentuales por delante de la pobreza. La segunda gran corrección a esta “neutralidad del electrón” es el origen del combustible generado. El 99,8% del petróleo y el gas natural debemos importarlo. En el caso del carbón la cosa mejora... “solamente” el 63% lo tenemos que importar, porque el nacional es el 37%. Y esto se traduce en dinero, en divisas que salen del país para no volver. Nuestro dé cit comercial en 2017 se situó en