catalanas ya se han establecido ordenanzas que obligan a tener un sistema de recuperación de agua de lluvia en nuevas construcciones. En la actualidad, la demanda de agua crece a un ritmo muy superior a las reservas disponibles. En amplias zonas de nuestro país, los acuíferos subterráneos están prácticamente agotados y el caudal de nuestros ríos disminuye año tras año. Las restricciones en el suministro son lamentablemente cada vez más frecuentes. Esta escasez, junto con los caros tratamientos de potabilización, desalinización y transporte hasta el consumidor, está provocando que el coste de ésta esté creciendo vertiginosamente. Esto repercute naturalmente en el caro precio que paga el consumidor, que continuará aumentando en el futuro. Las consecuencias medioambientales de la sobreexplotación de los recursos hídricos son palpables en todo el territorio: salinización de pozos en muchas zonas del Mediterráneo, desaparición de acuíferos subterráneos, graves problemas de desertización y abastecimiento, etc. El agua es fuente de vida y proporciona el equilibrio necesario para nuestro medio ambiente. En ocasiones existe en abundancia y en otras escasea. La climatología de la península ibérica, con zonas muy húmedas y otras prácticamente desérticas, es un claro ejemplo de este contraste de las precipitaciones. Todo esto pone de relieve la necesidad de recuperar y aprovechar el agua de lluvia para fomentar un uso racional de un recurso tan limitado como el agua. De esta forma, garantizaremos la sostenibilidad de nuestra sociedad y podremos afrontar mejor los retos que supone el cambio climático.