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Más aún si el marco de actividad de la misma está sometido a frecuentes cambios legislativos, como sucede en el sector de los hidrocarburos. Lo hemos señalado en más ocasiones: nuestra sociedad vive inmersa en un continuo cambio que en ocasiones roza la mutación. Y la movilidad de las per- sonas es una de las áreas en las que más cambios se están produciendo desde hace años. Unas variaciones que son impulsadas por las autoridades legislativas, sean comunitarias o nacionales, y también por los cambios en los hábitos de los usuarios, particularmente en las grandes concentraciones urbanas. Las grandes empresas ya se están preparando para el nuevo escenario energético. Desde hace años todas las operadoras petrolíferas son compañías multienergéti- cas, un perfil que se está acentuando para poder cumplir los objetivos de des- carbonización que algunas de ellas se han fijado. Esa descarbonización no sólo se alcanzará invirtiendo en renovables, sino que será necesaria la investigación y el desarrollo en nuevos combustibles que, en algunos casos, afianzarán la actividad de las estaciones de servicio. Es el caso de la apuesta que Repsol anunció a mediados de junio para obtener combustibles sintéticos, una opción que deberá colaborar en la transición energética, una transición que no debe ser excesivamente ambiciosa, puesto que a día de hoy otras alternativas están fuera del alcance económico de la mayoría de la población y no dan respuesta a las necesidades de varios modos de transporte en los que recae la práctica totalidad del traslado de bienes y mercancías, y también -aunque no de una forma tan abrumadora- de personas. En un nivel más cercano, las estaciones de servicio también pueden mejorar su comportamiento ambiental, como demuestra la obtención del certificado ISO 14064-1 de cuantificación de emisiones y remociones Gases de Efecto Invernadero (GEI) que concede Aenor lograda por Andamur. Los retos a los que se enfrentan las estaciones de servicio son profundos y variados (como también lo son los caminos para hacerles frente), y superarlos supone, en muchos casos, convertirlos en oportunidades de negocio. Todo pasa. También lo hará la pandemia del coronavirus, por lo que todos los actores económicos debemos prepararnos para seguir prestando nuestros servicios y comercializando nuestros productos en un entorno en el cual se han acelerado cambios que, en algunos casos, ya se vislumbraban, por lo que no se puede alegar que sean inesperados. Buscar excusas, antes y después de la pandemia, nunca fue la solución. Editorial