es capaz de determinar la presencia de gasolina después de un mes, lo que permite suficiente para asegurar el lugar donde se produjeron los hechos. “La utilización de este dispositivo ofrece ventajas tanto en el tratamiento de la información, ya que facilita la selección de datos relevantes, como por el hecho de facilitar el tiempo necesario para salvaguardar en todo momento la seguridad de quienes realizan la toma de muestra”, aclara Aliaño. El procedimiento para iniciar este método comienza con la introducción de las muestras en unos recipientes especiales (viales) que posteriormente colocaron en un horno incuba- dor. Le aplicaron diferentes temperaturas y de esta forma se crea el espacio de cabeza (zona donde se concentran los compuestos volátiles) y que a continuación ‘huele’ la nariz electrónica. Con un software que funciona como cerebro de la técnica y que está previamente entrenado analizan la información obtenida. Para comprobar su eficacia, los expertos recrearon muestras reales y las sometieron a diversas pruebas. En primer lugar, calentaron el combustible para que los compuestos volátiles se concentraran en la parte superior del dispositivo, con- cretamente en el espacio de cabeza. Para ello, emplearon una temperatura de 145o mientras se agitaba el contenido. Posteriormente, la aguja de la nariz electrónica toma una muestra de este espacio de cabeza y la introduce en el espectrómetro de masas. “Los datos obtenidos nos per- miten obtener una huella dactilar propia de cada líquido. Previamente se había analizado y se conocía la de la gaso- lina para poder realizar así su identificación”, aclara Aliaño. Recreaciones a baja escala Con el fin de evaluar la influencia del proceso de desgaste tanto en la cantidad como en los materiales, los expertos prepararon 72 modelos diferentes. Para ello, agregaron dos volúmenes diferentes de gasolina, concretamente 40 y 80 microlitros, en piezas cuadradas compuestas de cuatro materiales diferentes (madera de pino, corcho, papel y algodón) introducidos en los viales. Foto descriptiva de la nariz electrónica (espacio de cabeza, zona donde se inyectan los líquidos, viales...). En concreto, todas las pruebas se sometieron a una temperatura media de 25 °C para simular el proceso de evaporación que se genera en zonas cercanas a un incendio. En diferentes intervalos de tiempo, analizaron el contenido de cada uno de los recipientes. Como resultado, los expertos de la Universidad de Cádiz corroboraron que este sistema de identificación discrimina muestras de gasolina vaporizadas indepen- dientemente del soporte usado. “Observamos que, por ejemplo, seis horas después de un supuesto incendio, la gasolina había perdido la mayor parte de su intensidad y, después de este tiempo, también había cambiado su naturaleza drásticamente”, apunta la doctora María José Liaño. A raíz de todos estos datos, los investigadores están confeccionando una base de datos con huellas dactilares de líquidos inflamables. En ella, además de materiales puros, existen múltiples combinaciones. “La biblioteca que nos gustaría crear es incalculable porque encontra- ríamos desde líquidos mezclados con otros compuestos, restos que se adhieren a determinadas superficies y hasta casos en los que entran en contacto con agua o con sangre”, enumera Aliaño. En esta primera fase del estudio, los científicos han analizado la viabilidad de la nariz electrónica en la detección e identificación de restos de gasolina, que ampliarán al diésel y la parafina en estudios posterio- res. “Comenzamos por este carburante porque es un líquido de fácil adquisición y, sobre todo, tiene un uso más extendido. Además, suele ser el origen de gran parte de los incendios intencionados”, matiza la autora de la investigación. Referencias: Aliaño-González, María José; Ferreiro-González, Marta; F. Barbero, Gerardo; Ayuso, Jesús; Palma, Miguel; García Barroso, Carmelo: ‘Study of the Weathering Process of Gasoline by eNose’. Sensors. Enero de 2018. • EstacionesdeServicio 55 ACTUALIDAD CARBURANTE