Entrevista Este descenso de la contratación, que es la consecuencia directa del ajuste fiscal que ha cargado en ella todo lo que podía sopor- tar y más, ha generado toda una pléyade de daños colaterales, entre los que no es el menos importante la caída del precio en el que se adjudican los contratos, que a veces es inferior a la mitad del precio de licitación. No es cuestión de enumerar todos los problemas que tiene el sector, pero sí de decir que esta sequía presupuestaria está afectando, y mucho, a la conservación y mantenimiento de las infraestructuras. Baste decir que a estas labores, para el valor del stock de capital público en materia de aguas, se debería dedicar del orden de 2%, esto es unos 20.000 M€, cifra que supera la inversión total del Estado en estos momentos. La ausencia de una normativa sectorial no está propiciando precisamente el desarrollo de la colaboración público-privada, ni la compra pública innovadora, que son dos buenas herramientas para potenciar las infraestructuras. En cuanto a los desafíos, el principal es la urgente necesidad de que las personas entiendan que el agua es un servicio que conlleva muchos costes y por tanto, que hay que pagarlos. Es cierto que el agua está en la naturaleza, pero también que no se puede consumir en ese estado con garantías para la salud y otros usos. Lograda esta concienciación el consumo, que es bastante eficiente, lo será más todavía. ¿En qué situación se encuentra el sector español de las tecnologías del agua? Por lo que comenta, es uno de los grandes damnificados de la crisis económica y de la caída de inversión pública. A mí modo de ver la pregunta tiene dos aspectos diferentes. Técnicamente el sector goza de buena salud. Las empresas y los profesionales siguen gozando de un prestigio reconocido a nivel internacional. En cuanto a lo económico, qué duda puede caber que el sector es el gran damnificado de la crisis, teniendo en cuenta que el recorte de la inversión pública ha sido muy importante en los últimos años, soportando una gran parte del ajuste fiscal tendente a reducir el déficit presupuestario. Las consecuencias de esta decisión las veremos en el transcurso del tiempo. Sin embargo, como hemos dicho, debemos tener presente que la penuria a la que han estado condenadas las labores de conser- vación y mantenimiento de las infraestructuras va a exigir un gasto adicional para devolver su integridad a las infraestructuras del agua. Una planificación adecuada de los recursos hidráuli- cos y de las necesidades quizás hubiera cambiado el signo de las decisiones: con certeza la masiva pérdida de empleos no se hubiera producido y el sector, que es uno los motores de economía, hubiera mantenido activada toda la industria auxiliar y en debida forma la I+D+i del agua. Esta situación nos lleva a plantearnos cuánto dinero será nece- sario invertir para que las infraestructuras vuelvan a estar en las condiciones de conservación y seguridad que tenían en el año 2007. A nivel general, ¿considera que nuestro país tiene un nivel óptimo de infraestructura hídricas (depuradoras, canalizaciones, plantas desaladoras, etc.)? ¿Hay algún déficit importante de alguna de estas instalaciones? ¿Existe el riesgo de quedarnos con instalaciones obso- letas por falta de inversión? El Plan Nacional de Calidad de las Aguas está inconcluso, por tanto todavía falta mucho que hacer en saneamiento y depuración. En materia de abastecimiento, en cuanto a disponibilidad de agua a domicilio, las cosas están mucho mejor; eso si no tene- mos en cuenta las situaciones de sequía que todavía siguen repercutiendo en el ciudadano en varios puntos de la geografía de España, ante lo que cabe preguntarse si esas situaciones podrían desaparecer con una buena planificación; la respuesta es obvia. 12 EDAR Hellín.