Depuradora de Arroyo Culebro. A partir de la formulación de la Estrategia Europea de Economía Circular, podemos simplificar nuestras actua- ciones en tres grandes capítulos: • Energía. Producción y aprovechamiento, incluso marginal. • Subproductos de la depuración y el tratamiento. Valorización. • Reutilización del propio agua. Desde las primeras civilizaciones que nos dejaron referen- cias, el ser humano conoce que el agua es un elemento motriz y puede producir energía mecánica. Sin embargo, no es hasta el siglo XIX cuando comenzamos a aprovechar industrialmente la energía potencial del agua -ubicación de importantes volúmenes de agua en altitud relativa- para obtener energía eléctrica, que por razón de origen denominamos hidroeléctrica. En muchos de los servicios urbanos disponemos de volú- menes de agua en cotas altas pero la posible producción energética está condicionada, siempre e inevitablemente, al objetivo prioritario de servir agua a las ciudades según su demanda. Obviamente, se dispone de oportunidades para aprovechar los pequeños saltos hidráulicos o las sobrepresiones derivadas de la topografía del terreno y la estructura o topología de las redes existentes. Para ello, ha sido necesario el desarrollo tecnológico de las denominadas 'mini', 'micro' y 'pico' turbinas hidroeléc- tricas. Como ejemplo práctico, y aunque sólo tenga un valor puramente pedagógico para ilustrar el concepto de Economía Circular, hoy no es raro encontrar en alguna que otra ciudad, puntos públicos de alimentación eléc- trica para pequeños dispositivos electrónicos (teléfonos, "Los servicios de agua urbana son generadores de energía verde y renovable. En total, generan 456 GWh/año: el equivalente al consumo de los hogares de una ciudad de 150.000 habitantes" tabletas, etc.) cuya fuente energética es la presión o el flujo de agua, que actúa sobre una pico-turbina que genera la potencia y el voltaje que demandan dichos equipos de uso personal. Otro ejemplo muy interesante, aunque poco conocido, es el del aprovechamiento de la energía hidráulica de los caudales ecológicos, que deben ser aportados, por obligación legal, con continuidad para asegurar el mantenimiento de las condiciones naturales de las masas de agua y cauces hidrológicos. De mucha mayor relevancia cuantitativa es la producción eléctrica consecuencia del aprovechamiento del biogás, producido con la digestión anaerobia de la materia or- gánica (contenida en nuestras excretas naturales) que vertemos con las aguas residuales y que se produce en las grandes instalaciones de depuración (tecnología usada en poblaciones superiores a 50.000 habitantes). El proceso de ‘digestión anaerobia’, similar a otras fermentaciones biológicas que se basan en procesos de la naturaleza y cuya operación requiere mucha cualificación tecnológica, es muy poco conocido por la ciudadanía, pero tiene la virtud de transformar biológicamente un residuo orgánico 37 OPINIÓN AGUA