27 TAPONES La nube microbiana que produce esta formación fa- miliar es imperceptible —afortunadamente—para el ojo humano: cientos de miles de organismos que viven en el pelo, los restos de células de piel muerta y de bacterias y mohos que va uno dejando por millones cada minuto, sin saberlo y sin querer, cada vez que toca una mesa, un interruptor, el teléfono, cualquier objeto o sim- plemente mientras camina de un punto a otro. Una imagen muy inquietante que transmite el articulista es la de una persona sana que se desplaza por un espacio determinado, que va produciendo a su paso una columna, renovada cada minuto, formada por 37 millones de bac- terias. Y me imagino a todos nosotros llegados al trabajo, recién duchados, acompañados de nuestro doble micro- biano, totalmente ignorantes de esa columna generadora de vida en abundancia y de toda la biodiversidad que cre- amos en nuestro entorno. Al hilo del citado artículo, simplemente lo que pretendo es transmitir una reflexión sobre la importancia y la ver- dadera magnitud, de los datos microbiológicos en el caso concreto del tapón de corcho y como, a veces, determi- nados resultados son comunicados de manera alarmista cuando se cree que si aparece en un análisis microbioló- gico un resultado de 7 unidades formadoras de colonias por tapón (UFC), cuando en el protocolo de compras fi- guraba un límite de menos de 5 UFC, podemos llegar a creer erróneamente que entramos en riesgo de contami- nación del vino. Y nada más lejos de la realidad. Una vez más, son científicos de otros luga- res quienes nos muestran sin ta- pujos la verdadera naturaleza del entorno que habita- mos: vivimos, trabaja- mos y dormimos en un ambiente con sobrea- bundancia de microorganismos, la mayoría de ellos generados por nosotros mismos. Y es que hasta en nosotros mismos el número de virus, bacterias, mohos, levaduras e incluso protozoos y organismos plurice- lulares es superior al de nuestras propias células. No somos dueños absolutos de nuestro cuerpo y, sin embargo, no corremos nin- gún peligro. Ahora bien, como fabricantes de tapones de corcho, que- remos transmitir el esfuerzo que realiza la industria de nuestro sector en particular y la Alimentaria en general para obtener un producto, que si bien es cierto no es es- téril —como tampoco lo son la mayoría de los alimen- tos— sí posee una biocarga mínima que en ningún caso representa un riesgo microbiológico para los vinos a que va destinado. El control de la contaminación microbiana en productos como los tapones de corcho la realizamos con el mismo rigor que el empleado en productos alimenticios y sani- tarios, con la finalidad de garantizar la homogeneidad y la seguridad del producto. El control de la contaminación microbiana en productos como los tapones de corcho la realizamos con el mismo rigor que el empleado en productos alimenticios y sanitarios La población total de microorganismos aerobios viables presentes en el tapón de corcho y en la bolsa en que va envasado se conoce como carga microbiana o biocarga. La contaminación por microorga- nismos durante el proceso de fabrica- ción de cualquier producto suele asociarse a bacte- rias,levadurasyhongos. Los virus no son inclui- dos en los recuentos de carga microbiana aunque sean capaces de sobrevi- vir durante un cierto tiempo, debido a su incapacidad de multiplicarse fuera del cuerpo humano. En Ebrocork, para controlar y reducir al mínimo la biocarga del tapón de cor- cho contamos con un proceso de supervi- sión rutinario de todos estos factores. panorama