CONTRARIO EDITORIAL ÁNGULO Rescate-regate- remate-gol Ibon Linacisoro ilinacisoro@interempresas.net Después de lo de Tiananmen, China tiene ahora otros problemas. Tanto es así, que los baños públicos de aero- puertos, estaciones de ferrocarril, centros comerciales o supermercados de Pekín no podrán tener en su interior más de dos moscas, según una reciente disposición de la Oficina de la Imagen de Pekín. Si hay más de dos mos- cas, el baño público perderá 1,33 puntos de un total de 100. En España, lo que son las prioridades, estamos a otras cosas. Discutimos por una cuestión semántica para lograr saber qué es exactamente un rescate, qué una ayu- dita para salir del bache, pero dejamos a las moscas a su libre albedrío, porque bastante tenemos con las sangui- juelas. En lo que está siendo uno de los encontronazos emo- cionales más severos para el ciudadano español, a saber, el galimatías del rescate y/o intervención, y la celebra- ción simultánea de la Eurocopa y la final de Roland Garros, asistimos atónitos al tiqui-taca de nuestros organizado- res, los políticos, que nos han hipnotizado con su juego y han logrado que lleguemos al actual minuto de partido en una situación complicada. Desde que el Euro campa a sus anchas la percepción de pérdida de capacidad adqui- sitiva es monumental. La compra diaria, la semanal, la ropa, el cafecito... conforman un auténtico gol por la escuadra al ciudadano. Imparable. Mediante el juego de hipnosis, el regate continuo y el remate de muchos hacia sus propias arcas, nos las han metido por la escuadra y sin saber cómo, vamos perdiendo por goleada. Pero los peores, los más difíciles de digerir, están siendo los últi- mos goles. Todos fáciles de parar, por el centro, flojos. Y entran, vaya que si entran. Son los goles de los escán- dalos que a diario nos encontramos en los medios, los robos, las desfachateces del despilfarro vergonzante o del dinero público destinado a gasto privado, el gran gol de la especulación... Nos hemos acostumbrado de tal forma a todo ello que ya no ponemos ni las manos para parar el balón. Uno más, uno menos, qué más nos da. Todos estos, amigos, nos los están metiendo. Salvo unos cuan- tos, la sociedad española ya no alcanza ni siquiera la cate- goría de indignada. Está atónita, perpleja, a la espera de nuevos acontecimientos. Esperando los informativos para saber si lo del sábado 9 de junio es un rescate o no, por- que lo importante no es la situación en la que estamos, sino cómo se llama esa situación. Ya estamos de nuevo con el regate. Y cuando nos condicionen el acceso a nues- tros ahorros, discutiremos sobre si eso se llama corralito, de la misma forma que lo haremos sobre si las futuras pesetas deberán llamarse así o de alguna otra forma. Y así, entre rescates-regates-remates, nos entrará otro gol y ya van unos cuantos. Si desea realizar comentarios o ver más artículos del autor: www.interempresas.net/angulocontrario España está enladrillada, ¿quién la desenladrillará? Aún más difícil que pronunciar este trabalenguas parece ser encontrar la salida a la situación que vive el mercado inmobiliario en España, con un stock de vivienda que parece no tener nunca fin y unos registros de nueva construcción que apenas llegan al 10% de los que se daban en nuestro país hace cinco años. ¿Pero realmente no hay demanda en España para dar salida atoasesacasasuehoyestánvcíasydestafrma,rac- tiva lacon trucci ndenu vasvi endas No,és nopa ce |7 dsq aeoe r s ó e vi ? e re ser el origen del problema y de hecho, seguro que todos tene- mos en nuestro entorno a jóvenes y no tan jóvenes deseosos de contar con su propio hogar. La gran barrera para dinami- zar el mercado inmobiliario está, a juicio de la mayoría de los expertos, en el precio de esas viviendas, que arrastran aún un fuerte desajuste con la nueva situación de la economía española. A pesar de que los precios de la vivienda libre registraron en el primer trimestre de 2012 la mayor bajada desde 2007 (12,6%) y que en los últimos cuatro años estos precios han caído un 27,2% (según los datos del Instituto Nacional de Estadística), todo parece indicar que esto no es suficiente. Es más, una de las consecuencias que a buen seguro traerá el anunciado rescate (o línea de crédito, según se quiera mirar) a las entidades financieras españolas, es una deva- luación de sus activos inmobiliarios, los cuales se siguen contabilizando de acuerdo a tasaciones del pasado que no se ajustan a la realidad vigente. La salida al mercado de todos estos activos a un precio muy inferior al actual, arrastrará, con toda seguridad, al resto de agentes que operan en el mer- cado, acelerando de esta forma el esperado equilibrio. De acuerdo a un estudio de la firma de tasación Euroval, en 2014 ya podría darse, en efecto, una absorción de todo el stock dis- ponible, haciéndose necesaria, ese mismo año, la construc- ción de más de 30.000 viviendas. Lo que parece incuestionable es que esta hipotética recu- peración debe venir acompañada de nuevos valores cons- tructivos, en los que prime la calidad sobre la cantidad, en los que la recalificación del suelo no se convierta en la prin- cipal vía de ingresos de los ayuntamientos, en los que la com- pra-venta de pisos no sea la fórmula más rentable de hacer negocios, en los que la eficiencia energética cobre un mayor protagonismo y en los que tenga una mayor cabida la soste- nibilidad. Desde diferentes ámbitos se ha señalado a la construcción como la principal culpable de la crisis que vivimos pero, si fuera así, ésta ha pagado ya más que de sobra sus responsa- bilidades: el 53% de todo el empleo destruido en España durante la crisis corresponde a la construcción.Han desapa- recido cerca de 135.000 empresas relacionadas con esta indus- tria en el periodo 2008-2010. Es un mercado que ha encade- nado fuertes caídas de actividad desde hace cinco años (en 2011 registró un nuevo descenso interanual del 8%), etc. Una buena política de vivienda, en la que tenga también un mayor peso la rehabilitación y la reforma, y que se vea res- paldada por un acceso al crédito más responsable, facilitará la recuperación de un sector que, pese a quien le pese, seguirá siendo fundamental en la economía de nuestro país. Segui- remos, por tanto, esperando a ese desenladrillador que desen- ladrille la situación generada porque, sin duda, buen desen- ladrillador será.