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Desde su aparición, la luz eléctrica ha estado siempre asociada a la tecnología. A principios del siglo pasado se usó como elemento plástico de ostentación tecnológica para construir la identidad visual nocturna de los grandes rascacielos. Poco después, la aparición de los tubos fluorescentes los situó rápidamente en el interior de las habitacionesmás tecnológicas de la vivienda, en las oficinas y en los transportes públicos, como gesto simbólico y práctico. Es también el elemento principal en las películas futuristas de ciencia ficción, en forma de grandes paredes o techos luminosos, de rayos abductores que salen de platillos volantes, de paneles repletos de botoncitos iluminados que parpadean o de indicativos luminosos en el rostro o el abdomen de robots. De igual forma la vemos presente, a veces como indicador o a veces como puro ornamento en electrodomésticos de última generación o en dispositivos de inteligencia artificial. ¿A qué se debe este papel que le hemos otorgado a la luz como símbolo de la tecnología? Víctor Jordà Los pasados 4, 5 y 6 de febrero se celebró en Barcelona la undécima edición del festival de artes lumínicas Llum BCN, junto con su hermano pequeño el Off Llum BCN. El primero nació en 2012, mientras que el segundo lo hizo en 2019. Si observamos su trayectoria, no solamente encontramos una tendencia casi parabólica de aumento de afluencia de público, hasta el punto de que se tuvo que plantear la opción de trasladarse al Poblenou en 2018, sino que también se observa una cierta tendencia al cambio en la temática de las instalaciones, pese a que el ingrediente principal siga siendo la luz. Si bien los primeros años se exploraba una vertiente más estética, simbólica o incluso poética de la luz y se potenciaba su diálogo con la arquitectura, ahora, prácticamente, se ha impuesto el ingrediente de la tecnología y la inteligencia artificial. Recuerdo instalaciones como ‘Les llàgrimes de Santa Eulàlia’ en que unas grandes bolas de hielo con luz en el interior estaban suspendidas enmedio del patio del Museo de Historia de Barcelona e iban soltando gotas de agua en pequeños platos que hacían resonar el ruido por el espacio o ‘Elogi de l’Ombra’, que llenóel patiodelMuseoFrederic Marés de telas blancas iluminadas entre las que podías pasear y perderte. Otras, cuyonombre no recuerdo, consistían, por ejemplo, en una esculturametálica con pequeñas aperturas longitudinales que dejaban salir grietas de luz para teñir un claustro antiguo, un hilo fotoluminiscente que penetraba por las distintas ventanas de un edificio abandonado o en acciones como llenar de humo y color el patio del museo Picasso. En todas estas instalaciones, el espacio que las envolvía resultaba imprescindible, y la luz, en algunos casos todavía incandescente, era simplemente un ingrediente más para crear una situación de diálogo poético. La exploración tecnológica alrededor de la luz se ha convertido en una expresión artística que evoca emociones y sensaciones. Foto: Anna Benítez Vidal y Víctor Jordà Bordoy. 15 EXPERIENCIA

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