2019 IGNACIO VALERO 61 Actualmente, ¿está inmerso en algún proyecto? Afortunadamente sí, nuestra oficina está trabajan- do en muchos proyectos. Si hubiera que destacar dos proyectos, serían dos iglesias, porque son es- pacios donde el componente simbólico de la luz es especialmente importante. Ambos templos son de muy diferente condición y tamaño, pero cada una de ellas nos está planteando retos de iluminación verdaderamente atractivos: la iluminación de la Ca- tedral de Santiago de Compostela, por una parte, y la Iglesia del Espíritu Santo en Granada, obra ésta de la arquitecta Elisa Valero, por otra. Entre sus proyectos hay varios museos y espacios culturales, ¿a qué retos se enfrenta el arquitecto y el diseñador de iluminación en esos espacios? ¿Precisan de algo en especial? Los espacios culturales suelen ser al tiempo un objeto de valor cultural en sí mismos con arquitecturas muy intencionadas, normalmente de gran calidad, y conte- nedores neutros de otras piezas artísticas que son las verdaderas protagonistas. El proyecto de iluminación debe entonces servir a la arquitectura en la que se in- tegra adaptándose con ella a estas dos realidades, esto es, subrayando las intenciones de la propia arquitectura del espacio allí donde corresponda, y dando un paso atrás para servir de modo flexible y neutro las piezas expuestas donde eso sea necesario. Más allá de este criterio inicial, lo cierto es que suelen ser proyectos tan singulares que cada uno de ellos acaba requiriendo una aproximación de proyecto de iluminación propia. Museos, pero también restaurantes, entre otros. ¿Qué diferencias hay a la hora de enfrentarse a proyectos tan distintos? ¿Y existen similitudes? Claro que hay similitudes, pero se dan a un nivel ele- mental, profundo. Ciertamente el comportamiento de la luz en su interacción con los materiales, así como la respuesta del ser humano a estos estímulos son unas invariantes. Y entender estos principios es la base de la profesión. Pero también es cierto que los objetivos particulares (prestacionales y emocio- nales), la arquitectura y el diseño, los condicionantes de todo tipo, el lugar o los usuarios, son únicos de cada proyecto. “Cuando empiezas a trabajar con la luz, el ‘material’ resulta muy adictivo, y en poco tiempo se convierte en una actividad muy pasional, que te descubre una vocación de la que fui el primer sorprendido”