2018 CARMINA BURANA: LA LUZ COMO UNA SEGUNDA PARTITURA 65 UN ESCENARIO INFINITO El reto lumínico era ampliar el espacio escénico abar- cando el propio claustro como elemento. La posición diagonal de las mil personas del público incluía, en el espacio periférico de cada mirada, los dos lados del claustro. Asimismo, la música iba a llegar más allá del escenario y las luces debían acompañarla. Dentro de un lugar abierto pero geométricamente ce- rrado, como era el claustro, reducir el espectáculo al escenario iluminado hubiese sido desaprovechar las posibilidades dramáticas de música y espacio. Com- parado con la majestuosidad del claustro, el escena- rio hubiera parecido pequeñísimo y habría sido como escuchar un aparato radiofónico en un salón. Eviden- temente, era un problema de escala: La calidad y la fuerza de la música y la fuerza visual del espacio de- bían ser equilibradas. Por eso fue necesario sobrepa- sar con la luz los límites del campo visual del público. Escuchando los ensayos de coro y orquesta, nos pa- recía que la música de Carmina Burana tenía fuerza infinita, así que busqué la forma de que las luces dibujaran un espectáculo infinito. La elección de los aparatos de iluminación y su colocación se dividía esencialmente en dos grandes grupos: Los focos frontales para iluminar los escenarios y las paredes se montaron en una gran torre central, en la cual se localizaría parte de la amplificación, el pro- yector y todos los controles técnicos. En las ventanas de la planta alta, encima del escenario, estaban los focos de contraluz para coro y músicos, y en otras ventanas se dispusieron sendos focos motorizados para bañar el ritmo de las columnas de la planta alta de forma rasante. Asimismo, en el interior de las salas de la planta alta se colocaron unos focos que imprimían la sensación de ‘vida interior’. Quería uti- lizar este recurso para los Carmina Potoria, cánticos que celebran la bebida, la taberna y la vida comunal. Planteamos, además, que el público, desde las ven- tanas, viera la animación de la taberna. En la planta baja se iluminaron los pilares de frente, lateral y el interior de los pórticos. Los focos se agru- paron por baterías homólogas y el control cromático de la luz emitida también iba por baterías de focos, aunque los grupos se rompieran y recompusieran creando diversos ritmos espaciales para los diferen- tes cánticos: Los diversos planos y detalles arqui- tectónicos se evidenciaron por grupos separados, la composición final pretendía resaltar la tridimensio- nalidad del espacio mediante planos cromáticos con- trastantes y superpuestos en agrupaciones variables. EL DIÁLOGO CON EL COLOR La circularidad era esencial en la concepción del es- pectáculo desde el mismo desarrollo de los cánticos, que concluyen con la pieza con la que dan comienzo, el famoso ‘O Fortuna’. Por ello, la pantalla era circular El diálogo cromático entre imágenes y luces, donde se alternaban los colores fríos y cálidos, escribió una partitura rítmica visual que sirvió para ‘vestir’ la música y crear una verdadera experiencia sinestésica.