16 AULA CD 026 CD sus beneficios son, entre otros, la regulación del sistema circadiano, que afecta al ánimo y ayuda a la absorción de algunos nutrientes. Una persona de 60 años requiere tres veces más luz que una persona de 20 años y cuando éste tenga 85 años necesitará cinco veces más luz. Los diseñadores de iluminación de centros de asis- tencia deben considerar que se debe elevar los ni- veles de luz sustancialmente, equilibrar la luz natu- ral y la luz eléctrica y eliminar el deslumbramiento. Esto se puede lograr incrementando el brillo del entorno, distribuyéndolo sobre las paredes. Aunque la mejor forma de controlar el deslumbramiento es utilizar una iluminación indirecta, ocultar las fuen- tes de luz brillantes y difundir luz difusa sobre un área amplia. Esta luz va alrededor del perímetro de un espacio, generando luz alta y baja. La alta rebota en el techo y se convierte en una luz difusa ambien- tal y, la luz baja, baña las paredes haciéndolas más luminosas. Las luces indirectas del techo utilizan la superficie del techo como reflector para distribuir y difuminar la luz. El ambiente interior físico de una atmósfera no es solo la clave para el confort, sino que también puede ser un factor no farmacéutico para tratar problemas de comportamiento en las personas que padecen demencia, puesto que son muy sensibles a las condi- ciones de su entorno. La iluminación es muy importante para mejorar la salud y calidad de vida de las personas con esta en- fermedad. Debemos considerar que hay una relación entre los niveles de iluminación y el comportamiento resultante. La sensibilidad de las personas con demencia va más allá de los aspectos físicos. Por ejemplo, si se colo- ca una tecnología invasiva que, espontáneamente, mueve cortinas o una ventilación ruidosa, eso afec- tará a estas personas. Por lo tanto, se debe buscar un ambiente interior más sano. En este sentido, se ha intentado retirar la iluminación fluorescente de techo –la luz incandes- cente genera un ambiente más placentero–; se evita la luz de niveles bajos; se coloca luz extra en la cocina y cerca de los cuchillos; uso de luces que se contro- len desde la cama y cerca de las puertas; se separan las lámparas en los dormitorios, dependiendo de los usos, todo ello, sin olvidar el control del resplandor y las luminarias de techo que se pueden utilizar para terapia con luz. Asimismo, es aconsejable evitar áreas de sombra con cambios graduales de intensi- dades de luz. La mayoría de las personas de edad avanzada tienen dificultades a la hora de identificar los límites de los ambientes y los bordes de objetos. Por ese motivo, la luz debe ser suficiente para identificar contrastes en- tre elementos; algo que se puede lograr incremen- tando el nivel de luz general. La luz uniforme y brillante puede eliminar sombras de objetos dentro de los dormitorios que puedan causar temor, distracción, alucinaciones o confusión. Pero hay que evitar brillos muy elevados que puedan dañar la sensibilidad de los ojos, puesto que muchas veces esta es la razón por la cual ellos no quieren mi- rar hacia ciertas direcciones. En cocinas y comedores, por ejemplo, la luz debe ser una herramienta para incrementar la seguridad. Las cocinas con luz incorporada en los armarios ayudan a que se encuentren fácilmente los utensilios y la co- mida. En el caso del comedor, debe haber suficiente iluminación para que se aprecien correctamente los alimentos. Diversas investigaciones demuestran que los niveles altos de iluminación aumentan el con- sumo de alimentos e incrementan el tiempo de las conversaciones. Una iluminación más intensa en los baños también puede ayudar a prevenir caídas. Debe haber luz su- ficiente para que las personas puedan realizar activi- dades como peinarse o vestirse. Igualmente, cuando una persona va de la cama al baño, este trayecto de- bería estar bien iluminado. Para conseguirlo, tendría que usarse un dimmer para controlar la intensidad de la luz, ya que está probado que las personas con demencia pueden experimentar sobre estimulación. En los dos espacios se requiere una atmósfera de descanso y tranquilidad. En los casos en que se com- partan los dormitorios, se debería tener interruptores separados en cada lado del dormitorio. Para optimizar la iluminación en espacios donde se hallen personas con demencia, se están evaluando diversas soluciones, entre otras, reemplazar los sis- temas tradicionales de iluminación por iluminación LED, que imite el espectro de la luz natural durante la noche. Se considera que, así, mejorarían los patro- nes de sueño y el funcionamiento global del edificio. Para ello, se requiere un sistema que se programe de modo automático y reproduzca los colores e in- tensidad de la luz natural durante el día. Además, se precisa obtener los colores e intensidad de la luz: el ámbar de la salida del sol, la intensidad del sol de mediodía con el cielo azul y el ámbar tenue a rojo de la puesta de sol. Las luces fluorescentes o de inducción no pueden lo- grar este cambio de color. La luz4 incandescente es lo más similar al color de la luz al atardecer. A pesar de estas consideraciones, no hay una luz que no se encienda de noche y distorsione el ritmo circadiano de los residentes. Si se combinara el LED blanco y RGB en una misma iluminación sería posible programar de forma au- tomática este cambio de color hasta el anochecer. Así, se podría programar para acondicionar el ojo gradualmente en las horas de transición del día a la noche. Esta iluminación combinada sería capaz de emitir un espectro de 450 a 700 nanómetros. Ade- más, se podría aumentar la luz azul para compensar el sistema circadiano, ya que los receptores de este tipo de luz decaen con el envejecimiento. La empresa Zumtobel realizó una prueba en el cen- tro St. Katharina, en Viena, cuyos esfuerzos se cen- traron en iluminar de forma parecida a la luz del día con el propósito de investigar sus efectos biológicos en los residentes. Para conseguir este objetivo, se instalaron lámpa- ras fluorescentes (de 3000 a 6500 K), y lámparas skywhite (8000 K) de 900 cm x 900 cm. Cada área amplia fue iluminada con doce lámparas –cuatro de colores suaves–, de forma que se controlaría la tem- peratura de color. Estas pruebas permitieron obtener grandes resultados: los usuarios se volvieron más activos, pasaban más tiempo en las áreas comunes, mejoraron su comunicación con el personal y tam- bién sus patrones de sueño. Para evitar la falta de luz natural, los especialistas de Zumtobel recurrieron a iluminación de distintas temperaturas de color e intensidades de luz, durante el transcurso del día. Así, en la franja diurna se obtu- vo un nivel de iluminación de 1500 lux y temperatu- ras de color más frías. Los niveles de iluminación in- feriores a 300 lux y color de luz cálida, consiguieron resultados alentadores por la mañana y por la noche. Los usuarios se volvieron más activos, comunicativos y presentaron mejor estado de ánimo. Los colores de la luz son deliberadamente variados –de cálidos 2700 K a fríos 6500 K–, lo cual ayuda a mejorar el funcionamiento del ritmo circadiano. Ade- más, se usaron paneles de luz difusa que aportaban una gran intensidad luminosa. Esto ayuda a los foto- receptores de la parte central de la retina y evita los reflejos. Asimismo, las luces direccionales aportan una mejor percepción del espacio que las verticales. Por todos estos aspectos, se recomienda tener por la mañana, de 300 lux a 500 lux, con una temperatura de color entre 4500 K a 6500 K y, durante el día, dis- poner de 1500 lux, con una temperatura de color de 4500 K a 6500 K. Por la noche, respectivamente, es aconsejable tener de 300 lux a 500 lux, con un color de temperatura de 2700 K a 3500 K. Paralelamente, las luminarias deben estar dimeriza- das para ahorrar luz en los pasillos, ya que pueden ayudar mucho a la orientación y a la seguridad de las personas internas. En general, los colores cálidos aportan una nota ho- gareña a los espacios. En los dormitorios, se puede