P R O T A G O N I S T A | 57 Museo de la Pesca. (Palamós, Gerona) ¿Cómo es la luminaria perfecta? Hay luminarias que en vez de ser una luz conceptual que se convierte en ob- jeto son conceptos que se convierten en luz. A mí me gustan las segundas. Hay otras que tienen un concepto más escultórico, que éstas me interesan menos. Luego me interesan mucho las lámparas porque cuando descubrí de pequeño una bombilla desnuda me pareció un artefacto precioso, de una simplicidad y de un anonimato perfec- tos. Como un cántaro o un taburete que no tienen un único diseñador, sino que simplemente el tiempo los ha creado. También me gustó mucho la etapa en la que las lámparas pasaron a ser dicroicas porque me impresiona- ba que un objeto tan pequeño pudiera iluminar tanto. ¿Qué es para usted la luz? ¿Y las sombras? La luz es un ingrediente básico en toda la arquitectura, un material para trabajar, que es mutable, intangible, expandible, bastante controlable y que trabaja en positivo y en negativo. Siempre hablamos de la luz y nunca de las sombras pero forman parte del todo. Desde cineastas a arquitectos, escritores o escultores han trabajado básicamente con las sombras. Como hábitat, del clima mediterráneo me gusta mucho el hecho de que haya sitios para poder disfrutar de la som- bra, como tenemos aquí. Aunque ha tenido oportunidad de trabajar en sectores muy diferen- tes, ¿hay algún proyecto en el que le gustaría trabajar? Lo cierto es que me lo paso bien con el trabajo que hago. Quizá me gus- taría hacer alguna cosa en el cine porque no es una iluminación co- mún. También es verdad que es muy diferente entre la realidad que se vive cuando se graba y luego lo que se observa en pantalla, es decir no es un espacio que se pueda vivir y a mí me gustan más las tres dimen- siones. Me gustaría tratar el tema de las sombras. Por ejemplo, en la Plaza Catalunya de Barcelona, han pues- to unos árboles que tardarán mucho tiempo en dar sombras y la gente se amontona en verano bajo una zona que sí las tiene. Creo que es un reto importante. Me acuerdo en la Expo 92 de Sevilla, donde la temperatura era muy alta, que estaba todo bas- tante bien pensado para que la gente pudiera cobijarse del sol, excepto en las zonas como los parkings. Luego me enteré de que esto era así porque cumplía al objetivo de que la gente no fuera a comer al coche su propia co- mida. Esto quiere decir que el proceso está contenido por una serie de inte- reses que no responden en muchas ocasiones al beneficio de la sociedad en general. Podemos poner el ejemplo de la obsolescencia programada de los productos. Yo con el tiempo he perdi- do dos cosas. La primera, el pelo (risas) y la segun- da, la decencia. La decencia al ver una realidad y pensar que es así porque hay una gente que controla el mundo más que otra.