“En España hay muy buenos diseñadores de luminarias. La TMM de Miguel Milà o la Alta Costura de Josep Aragall son dos modelos que se pueden ver en muchos países del mundo y que funcionan bien allá donde se instalan” Todo lo contrario que en Berlín, donde se come prácticamente a oscuras en los restaurantes. Al principio cuesta, pero luego te acostumbras y es muy agradable. ¿La luz artificial debe imitar la luz natural? No, nunca. Primero porque la luz natural se mueve cada minuto del día. Esta sala donde estamos ahora, en las tardes de invierno la luz entra hasta el fondo y queda iluminada de un color muy cálido. Esta luz es inimitable y además sólo dura unos instantes. Cuando era pequeño, añoraba esto cuando estaba en el colegio porque sabía que en mi casa había una luz durante unas determinadas horas del día que sólo podía ver los sábados y domingos y cuando estaba enfermo. En cambio, la artificial, la colocas y la vas cambiando en función de los usos. Jerarquizas según el lugar de la casa, no es lo mismo iluminar la sala de es- tar, que el dormitorio o el interior del armario. Pero la artificial no tiene esa sensación de gratuidad que tiene la luz natural. Esto hace que la arquitec- tura se convierta en elegir por dónde quieres que entre la luz y cuánta luz quieres que entre. Este es trabajo de los arquitectos, hacer de acomodado- res de la luz. En una ciudad con grandes edificios, a veces puede ser com- plicado realizar este trabajo. Sí, por eso es importante escoger bien una vivienda cuando vamos a mudar- nos. Yo siempre voy directamente al sol, a ver qué luz natural veré porque sé que en función de eso estaré mejor o peor. Cuando les encargan un proyecto, ¿sus clientes tienen interés por el tema de la iluminación? No, el cliente, no, es más el usua- rio. Hay gente que te dice, “Como el tema de la luz sé que te gusta, ya te encargarás tú”. Pero no te piden algo en concreto. Yo he tenido muy pocos clientes que me hayan llama- do específicamente por el tema de la iluminación. He trabajado con un cliente a quien le hice una casa-club en un complejo de golf. Lo llevamos a cabo y, algún tiempo después, me llamó para que le iluminara la sala de fumadores de sus oficinas en París y pensé: “¡Qué cosa más rara!” (Risas). Cuando llegué al lugar para verlo, se trataba de dos torres de 30 pisos cada una y de 1.000 metros cada planta. En el vestíbulo, de unos 3.000 me- tros, como en París hace tanto frío y había tanta gente para salir a fumar, necesitaban unas salas de fumado- res enormes, con unos extractores muy grandes. Cuando ya las había iluminado me pidió consejo sobre el interiorismo del lugar y empezamos a trabajar con él en varios proyectos. En 2014 realizó un Taller para interioristas sobre iluminación en el estudio Greek donde ofrecía a los asistentes aspectos teóricos y prácticos a tener en cuenta a la hora de buscar soluciones lumíni- cas en un espacio profesional. Si sólo pudiera dar un consejo, ¿cuál sería? Depende, porque no existe un profe- sional abstracto. Sobre todo les diría que hay que tener paciencia con la luz porque no es una cosa que te respon- da inmediatamente sino que tienes que ir aprendiéndola. No te enseñan la luz como te enseñan las matemá- ticas o el dibujo. La luz la tienes que experimentar, es como el amor. Es muy distinto para todo el mundo y tienes que vivirlo tú mismo. Hay gente que dice que se pone muy nervioso cuando no controla la luz pero quizá no ha realizado ninguna acción antes de decir eso. No se puede pasar del problema a la solución directamente. Para conseguirlo tienes que pensar, mirar, escoger, probar, dudar... y para ello tienes que tener paciencia. Yo siempre recomiendo tres cosas a un profesional: que no se harte nunca de mirar, que no se harte nunca de dudar y que no se harte nunca de es- coger. Si haces esto y piensas un poco en la gente, diseñarás sin problemas. Se encargaron de la iluminación navideña de Barcelona hace unos años. Descríbanos cómo tiene que ser. ¿Qué pesa más, la parte esté- tica o la funcional? La funcionalidad en este caso es du- dosa porque sirve para que la gente sepa que es Navidad, aunque la gente ya lo sabe. Los comerciantes dicen que sirve para que compren más pero hay muchos otros factores que poten- cian el consumo. En general, se trata de una iluminación que sirve para recordarte que estás celebrando una fiesta. Las guirnaldas, por ejemplo, allá donde las he visto, siempre me han suscitado un ambiente festivo y me han resultado muy agradable. La iluminación de Navidad además tiene una posibilidad de acentuar esto. Hace unos años, te permitían iluminar la calle. Ahora con los LEDs sólo ves unas determinadas formas iluminadas pero no pueden iluminar los espacios. El FAD (Fomento P R O T A G O N I S T A | 55