En 1877, se instalan en Europa las primeras luminarias eléctricas en el espacio urbano, frente a La Opera de París . En Latinoamérica es San José de Cos- ta Rica la primera en instalar luz eléctrica en 1882 mientras que en Chile, en 1883, se ilumina la Plaza de Armas de Santiago. Podría- mos afirmar entonces que el siglo XX comenzó con la mayor parte de las ciudades iluminadas con fuentes de luz eléctricas en plazas y lugares importan- tes del espacio público urbano. Pero es a partir de la década de 1950 que se masifica la iluminación urbana tal como la conocemos ahora, bajo el concepto de luz para las calles o circulaciones. Esto fue consecuencia de la correspon- diente masificación del automóvil, la construcción de autopistas y un nuevo concepto de desarrollo urbano basado en la movilidad vehicular. Ese modelo de iluminación urbana es el que preva- lece hasta hoy: el destino de la luz es el automóvil y no la gente que habita el espacio público. En los años 80 se acuña el concep- to de Light Pollution o Contaminación Lumínica, debido a la pérdida de la oscuridad natural de la noche, asociado a la astronomía y a la pérdida del cielo nocturno estrellado. La luz que emite una ciudad más allá de sus límites pue- de alcanzar hasta 40 Km de radio. Gra- dualmente la contaminación lumínica comienza a ser motivo de preocupación no solo astronómico, sino asociado a la pérdida de hábitat para la flora y fauna nocturna, al derroche energético y a la salud humana y la importancia de la oscuridad para el ciclo circadiano. A partir del 2005 comienza la comer- cialización del Led blanco eficiente, que alcanza 70 lúmenes por Watt, lo que permite realizar reemplazos de tecnolo- gía de descarga. Hoy los LEDs blancos bordean los 100 lm/W, tanto para luz fría como para luz cálida. Es decir, este desarrollo tecnológico de la ilumina- ción nos da la posibilidad de diseñar el espacio público urbano aplicando los A FONDO|75 criterios de confort visual propios de nuestra profesión y entendiendo que la luz, como todo, no es buena en exceso, sin criterio y donde no se necesita. Amenaza LED: 6000 Kelvin y la sobreiluminación La industria del LED se viene como una avalancha de promesas de ahorro para el recambio masivo de millones de luminarias. Pero un recambio ciego, sin diseño, que solo se realice consideran- do que el “ahorro eléctrico” es la única virtud de la luz, será un despilfarro histórico y se arrojará por la borda la gran oportunidad de mejorar la calidad de vida de las personas, la revitaliza- ción del espacio público a través del diseño y las posibilidades de regulación y control de intensidades, color, tonos, dirección y apuntamientos que ofre-cen las nuevas tecnologías. Salud Quienes trabajamos en iluminación sa- bemos que el Led blanco es un Led azul de 450 nm con un filtro fosfórico. Por