30|APUNTES Todo el centro urbano de la ciudad de Lyon se convirtió en un mágico, a la vez que melancólico, escenario luminoso, repleto de velas, imágenes y nombres de las víctimas de los atentados. en un mágico, a la vez que melancólico, escenario luminoso. Al mismo tiempo, también se iluminó con velas la emblemática Torre Incity, el mayor rascacielos de la ciudad, mientras que el edificio Torre Crédit Lyonnais, conocido como “el lápiz”, fue el escenario donde se proyectaron imágenes lumínicas diseñadas especialmente para la ocasión. Un homenaje a modo de proyección lumínica No obstante, la actuación especial fue la que pudo verse a orillas del río Saona y en la fachada de la Basílica de la colina Fourvière. Allí pudo observarse el trabajo de Daniel Knipper, titulado Regards (Miradas, en francés), que formaba parte del programa inicial para el festival pero se adaptó a esta nueva cita. El resultado fue la proyección de múltiples caras que mostraban tristes miradas en forma de frescos, inspirados en las pinturas de artistas como Matisse o Botticelli. Estas facciones pretendían evocar las presencias de las víctimas de los atentados de París, de ahí el por qué de sus miradas y de la penumbra que podía contemplarse en algunos de los dibujos. Del mismo modo, también se mostraron los nombres de algunas de las víctimas escritos en las diferentes fachadas de los edificios a orillas del río. Toda la ciudad se volcó para celebrar el evento Las semanas previas a esta cita, las autoridades civiles y múltiples voluntarios se encargaron de vender y repartir 200.000 velas por toda la ciudad, con el objetivo de recaudar fondos para las Asociaciones de las víctimas del terrorismo y para la Asociación Rèves, beneficiaria durante 2015 de la iniciativa “Velas desde el corazón”. Como resultado, el día 8 de diciembre de 2015, toda la ciudad de Lyon se involucró en esta atípica edición del Festival de las Luces. Un festival que lleva parte de la historia e identidad de esta localidad francesa y que esta ocasión quiso rendir homenaje a sus compatriotas parisinos durante más de 12 horas. Y todo ello, como no podía ser de otra forma, vestido con mucha luz, en este caso, con el aroma de las velas. ■