como un elemento del lenguaje pic- tórico y de una nueva experiencia perceptiva. Clasicismo combinado con modernidad Edgard Degas, se negó durante toda la vida a pintar paisajes y escenas “à plein air”. Formado en escuelas clasicistas, su interés por la for- ma y el retrato, por el trabajo en el interior del estudio, le animaran en la representación del cuerpo, de la forma y del espacio. Aunque lo hace alejado de los espacios al aire libre y bajo la influencia de la luz artificial, de los focos del teatro, que le permite contrastar colores y luminosidades. De igual forma que sus compa- ñeros paisajistas experimentan los efectos de la luz en el agua, la nieve y el cielo, Degas lo hace en los tutús de las bailarinas, como un AULA cd|19 miento en los EUA, dado que du- rante su estancia de formación hizo gran amistad con la esposa del co- leccionista L. O. Havemeyer; quien promovió la venta de las obras de sus amigos impresionistas. La in- fluencia de Degas, al que conoce y tiene como referente, se hace muy evidente en estas dos obras. La luz artificial tiene un especial protago- nismo, junto al juego de color de los vestidos. Los colores rojizos y El Bar de Folies-Bergère, (1881-1888). Eduard Manet. a querer convertirse en “el pintor clásico de la vida moderna”. Le inte- resa el movimiento como fenómeno plástico, el arte según él es una fusión de “reflexión” e “inteligencia” para corregir la visión. “Se trata, por consiguiente, de considerar las formas aparentes y móviles para hacerlas inteligibles y cristalizadas en el tiempo, esto es, verdaderas”. Al igual que Monet, Degas realiza diferentes series que le permiten explorar las formas con todas las posibilidades del ritmo, el arabes- co y las impresiones percibidas. La más importante es la de las bailari- nas de ballet, en la que profundiza tema recurrente en sus obras. La elección de los colores, tan raros como intensos, es siempre función de la forma y se integra en ella. En cuanto a los reflejos lumi- nosos, no son los que produce la luz del día, sino los producidos por las luces artificiales de su estudio. Mary Cassatt y Berthe de Morri- sot son las representantes femeni- nas del movimiento impresionista. Ambas se dedicaron a pintar “ma- ternidades” y ambientes intimistas familiares, y participaron en varias de las ocho exposiciones impresio- nistas. A Mary Cassat se le atribuye el mérito de la difusión del movi- cálidos, los reflejos, la presencia de un espejo y de la lámpara de araña, también tienen una gran similitud con la obra de Manet Le bar Folies- Bergère. La luz cambiante sobre los materiales Para los impresionistas, la luz es el elemento central de la experimen- tación pictórica. La percepción de lo que ven está determinada por ella. Utilizan el paisaje natural para explorar al máximo sus posibilida- des y potencian sus efectos sobre materiales con comportamientos variables ante ella, como el agua,