nieve y el viento. En 1874 pintó La nieve en Louveciennes donde explo- ra las posibilidades cromáticas de la superficie blanca de la nieve bajo la luz, introduciendo una gran diver- sidad de matices y tonalidades. En estas superficies, la sensibilidad del observador permite obtener resulta- dos muy diversos. Por su parte, Camile Pissarro pinta la vida al aire libre de los habitan- tes de pequeñas villas francesas de la época y evoca el calor del sol, la tímida tormenta y el efecto fecun- do de la lluvia. Pissarro se sentía atraído por la tierra removida, sembrada o mojada por la lluvia. En el cuadro Tejados rojos, de 1877, experimenta los efectos de la luz sobre la materia opaca de las hojas en un bosque de otoño que tami- za la visión de un pequeño pueblo. Las hojas multicolores y la sombra suave conforman un primer telón cromático, cambiante bajo la ac- ción de la luz, que deja filtrar en la profundidad la imagen de los teja- dos rojizos de un pueblo tranquilo, situado bajo la vertiente labrada de una montaña. Hacia el final de su vida, durante una estancia en el Hotel Russie de París y, casi de forma única, in- fluenciado por las series de Monet y las escenas urbanas de Manet, Ca- mile Pissarro pinta una serie de tres obras que representan el Boulevard Montmartre en diferentes momen- tos. En Boulevard Montmartre, efecto nocturno de 1887, realiza un magnífico trabajo de representación de la iluminación nocturna, de los locales, del alumbrado de las calles y de las luces de los automóviles. El tratamiento de globalidad con- sigue un notable efecto de solidez perceptiva, con un acierto del color brillante en toda la gama de rojos y amarillos, con matices en gris y azul muy suaves. Esta obra es uno de los primeros ejercicios de repre- sentación de los efectos de ilumina- ción artificial en el entorno urbano. Curiosamente, Pissarro no quiso que fuera exhibida mientras vivió. París, centro de atracción Pierre-Auguste Renoir fue otro . La nieve en Louveciennes, 1874. Alfred Sisley. apasionado de la pintura al aire libre y expresó mejor que nadie las cualidades lumínicas de la natura- leza. En 1876, influenciado por sus compañeros retratistas, aproxima su mirada a las imágenes de la vida cotidiana de la gente y pinta Le Moulin de la Galette. La atracción de Cezanne, Manet, Degas, Morrisot y Cassat hacia la ciudad de París, los sitúa en nuevos escenarios pictóricos y cambian el paisaje natural por el espacio urba- no. Las escenas a campo abierto se AULA cd|17