La industria de la moda es un sector que está convirtiéndose en un referente en nuestra sociedad. Hablamos de moda como elemento más representativo de lo que genéricamente conocemos como retail, mundo en el que nos encontramos con cifras que demuestran su fuerte impacto en la economía del planeta. Esta coyuntura económica implica una constante evolución, un constante cambio de tendencias, consustancial al propio concepto de moda, con nuevos roles que se van adaptando (cuando no los provocan) a las circunstancias culturales, demográficas y de poder adquisitivo de la población. En cualquier caso la tendencia que podemos considerar fundamental es la referente a la “empatía”, esto es, la búsqueda de la generación de reconocimiento e identificación entre consumidor y marca para que ésta se traduzca en una compra que trascienda la mera relación mercantil convirtiéndose en una experiencia emocional. Centro comercial vs. comercio en el centro Seguro que ya nos resulta difícil recordar cuando aparecieron grandes espacios en las periferias de las ciudades que concentran actividad comercial y de ocio estableciendo un nuevo modelo sociológico que tenemos totalmente asumido e integrado en nuestras vidas y que supusieron el fin del comercio de proximidad, el comercio de barrio, etc... Pero el afán devorador del modelo “centro comercial” es infinito y ahora está tomando el centro de las ciudades. Los centros urbanos están adquiriendo de manera acelerada un carácter de centro comercial donde el espacio público no es más que un mero acompañante, un decorado donde trabaja sin cesar la maquinaria comercial. ¿Cómo actúa el urbanismo, la arquitectura y el diseño de iluminación ante esta nueva situación? ¿Quién es capaz de mantener el equilibrio entre el centro urbano, mayoritariamente de carácter histórico, y la desenfrenada actividad comercial? Son conocidísimos los ránquines que presentan de manera ordenada las calles más “caras” del mundo, motivo de orgullo para algunos representantes políticos y parte de la ciudadanía, pero no son las calles, son los edificios que las configuran y los transeúntes que seamos capaces de atraer hacia ellas quienes determinan su “valor”. Edificios, espacios, calles donde se debe configurar una arquitectura comercial y donde, por lo tanto, la luz desempeñará un papel fundamental como creador de atmósferas, espacios de seducción, comunicación, guía, cautivación y finalmente, de adquisición de experiencias como auténtica mercancía trascendiendo, como habíamos apuntado, al mero intercambio de propiedad de un objeto. La posición que adopte el diseño de A FONDO|63