“Mantener estables los ritmos circadianos es importante para el mantenimiento de la salud. Para ello, el principio básico es mantener un buen contraste de luz entre el día y la noche. Tanto una falta de luz durante el día como un exceso durante la noche puede alterar el orden temporal interno, constituyendo un riesgo para la salud”. asemejar a una orquesta, donde cada músico entra a su debido tiempo, bajo las órdenes del director, el NSQ. El NSQ genera un ritmo circadiano endógeno, pero para mantener un período exacto al del ciclo externo, de 24 horas, debe de ser puesto en hora cada día. La luz es el sincronizador, o agente capaz de poner en hora el reloj biológico, más importante para los seres vivos. Si el NSQ recibe informa- ción sobre las señales de luz de forma consistente cada día a la misma hora, podrá mantener todas las funciones del organismo sincronizadas entre ellas y con el ciclo externo. Por el contrario, si las señales de luz son anómalas, por ejemplo por demasiada luz durante la noche, o por cambios de luz anómalos, como puede suceder en trabajadores en turnos de noche rotatorios, puede producirse una alteración de la estruc- tura temporal del organismo, o crono- disrupción, que es factor de riesgo para la salud. La luz más allá de la visión La luz es captada por los ojos, órganos sensoriales de la visión, que contienen la retina una capa de células nerviosas altamente especializadas para captar luz de determinadas longitudes de onda. En la retina existen distintos tipos de fotoreceptores, células sensi- bles a la luz. Los fotoreceptors clásicos son los conos y bastones. Los seres humanos tienen tres tipos de conos cuya sensibilidad máxima se produce a longitudes de onda cerca de 570 nm, 530 nm y 430nm, en función del fotopig- mento que contengan. La estimulación del sistema de conos permite la visión diurna, en color, o visión fotópica. Los bastones, en cambio poseen únicamen- te un fotopigmento, la rodopsina, cuya máxima sensibilidad corresponde a los 500 nm. Los bastones son mucho más sensibles a la luz, responden a intensi- dades de luz muy bajas y son responsa- bles de la visión nocturna, monocromáti- ca. La información lumínica captada por conos y bastones se transmite por vías nerviosas hasta llegar a la zona occipital de la corteza cerebral donde se integran las funciones visuales. Sin embargo, la luz no sirve única- mente para la visión. En las dos últimas décadas se han ido caracterizando otros tipos de células fotoreceptoras retinales, que contienen el fotopig- mento melanopsina, que se estimula principalmente por luz de longitudes de onda de la banda azul del espectro, con un máximo cerca de 480 nm. Estas células, aunque también reciben infor- mación de conos y bastones, forman un sistema independiente de la visión, el cual se ha denominado sistema “no formador de imágenes” (NFI). EL siste- ma NFI activa una serie de estructuras cerebrales que produce otro tipo de respuestas fisiológicas, como la sincro- nización circadiana, por la acción de la luz sobre los NSQ, o la inhibición de la secreción de melatonina, y que inter- vienen además en la modulación del A FONDO|65