Paniagua empezó, según sus propias palabras, con lo más “arcaico”, la luz de las velas en candelabros. Después empezó a tra- bajar con la tecnología disponible en aquel momento: “La incandescencia, tampoco había mucha cosa más”, añade el escultor lumínico. Tampoco le gusta la fluorescencia ni la luz fría, que le parece mortecina. Preguntamos a Víctor Paniagua su relación con las nuevas tecnologías. “El LED no me convence”, afirma. “Le falta esa chispita que encuentro en la incan- descencia y en la halógena, aunque se está avanzando mucho en calidez”, señala. “Y el brillo. Falta un poco para mi gusto”, añade. Su fuente de inspiración es la vida, todo lo que le rodea. “Empiezo a ins- pirarme en el momento que veo los espacios o conozco las personas que me han hecho el encargo. A partir de ahí empiezo a darle vueltas: su persona- lidad, gustos, lo que rodea el espacio. Muchas veces me inspiro con el interior de la casa o, al contrario, me inspiro en el exterior para llevarlo hacia dentro, para que haya una comunicación entre interior y exterior. Y a partir de ahí... la inspiración”, comenta. Esculturas singulares para espacios singulares Le preguntamos a Víctor Paniagua cuál ha sido el espacio más sorprendente en el que ha trabajado. “Una capilla”, expli- ca. Una capilla reconvertida en cocina. Ahí es nada. “Tuve que reaprender una técnica que no conocía, muy artesana, el repujado de metal para conseguir un efecto del siglo XVIII, bastante barroco. Fue un reto. Había un rol muy marcado: hacer una imitación con la iluminación de hoy en día y que quedara perfecta- mente integrada en el entorno”, señala Paniagua. Otro espacio singular: un pasillo. “Era enorme y lo cubrí con una especie de tela de araña en el techo. La lámpara era como pequeños emboltorios que imitan lo que hacen las arañas cuan- do cazan una mosca. Tenía un punto inquietante, impresionante, sobre todo por el espacio”. ¿Cuánto tiempo te lleva crear una de tus esculturas lumínicas? Le pregunta- mos. “No lo sé”, admite. Y es que cada trabajo es un nuevo reto que implica nuevas dificultades. Algunas lámparas le han llevado seis meses, cuando traba- jaba con un material como el alambre. “Cada lámpara tiene una gestación diferente”, explica. Víctor Paniagua realiza sus esculturas lumínicas con diversos materiales. Aho- ra está en un momento “muy metálico”, aunque le gustaría experimentar con el plástico. “Empecé con materiales que encontraba en la naturaleza: made- ra, piedra, cristales. Después, estuve viviendo en Berlín y pasé a una etapa más cuadrada y entré en el terreno del metal: tornillería industrial, ferretería... Ahora creo que el mundo del plásti- co puede ser muy interesante porque puedes tener color, flexibilidad. Trabajo de una forma artesana y con el plástico puedo tener una flexibilidad que el me- tal sólo permite hasta cierto punto”. Hemos hablado de espacios privados. ¿Y los públicos? “Son un caramelo”, señala Víctor Paniagua. “En un espacio grande como un hotel, por ejemplo, tie- Proyecto Sara Folch Interior Design. Cocinas Brava. Casa Decor Barcelona 2010. REPORTAJE|39