plástica en la iluminación de su obra que estaba a punto de ir a una exposición en Nueva York. Realizamos pruebas en su taller y fue sensacional descu- brir las posibilidades que la luz abre a la percepción del trabajo artístico. La experiencia es única y sucede igual cuando se tiene oportunidad de iluminar una obra arqueológica o un documento histórico. Y creo que la diferencia es el contacto directo e inmediato, porque pensándolo bien, cuando realizamos pruebas de iluminación para un espacio contemporáneo o una residencia o un espacio comercial se vive igualmente una experiencia muy enriquecedora al ver cómo nos relaciona la luz con los espacios y objetos. ¿Existe una cultura de la luz en México? Sí, por supuesto, como la hay en cada lugar del mundo. La forma en que nos relacionamos con la luz tiene un sen- tido muy humano, cultural y social. La luz es un patrimonio universal sin duda la relación con el ambiente e inclusive el uso del color. Cuando alguien llega por primera vez a México es muy usual que le impresione el uso de colores satura- dos y muy definidos en todas partes. También esta cultura es muy apasiona- daysindudaelusodelaluzvaenesa línea. Usted ha afirmado que en la ilumi- nación museográfica se emplea un elemento característico del diseño hecho en México, el drama. ¿En qué consiste? Como lo decía antes, las condiciones cli- máticas determinan un carácter particu- lar y una forma de vida. La primera vez que tuve la oportunidad de visitar mu- seos en Europa me impresionó mucho el gran esfuerzo y recursos que se ponen al servicio del uso de la luz natural. En casi todos los espacios de exposición y los museos clásicos se encuentran lucer- narios, tragaluces, ventanales y todas sus variaciones tratando de atrapar la luz solar para llevarla al interior de las PROTAGONISTA|47 plica una atmósfera con cierto grado de dramatismo, una paleta de colores, una serie gráfica explicativa, textos incluso poéticos, materiales muy táctiles, en fin, muchos recursos casi teatrales para relacionar al visitante con el carácter de la obra expuesta. Cuando se presentan colecciones arqueológicas mexicanas en otros países, generalmente los títulos de las muestras hablan del Arte de los Mayas o de los Aztecas o los Olmecas, etc. Aquí no se les ve como “arte”, se les ve como testimonios de culturas con las cuales tenemos una carga emocional muy intensa.Y bueno, bajo este marco la iluminación no puede ser simplemen- te funcional, tiene un papel mucho más profundo y dramático. ¿Existen diferencias entre el dise- ño de iluminación realizado en el continente americano y el europeo o asiático? Sí, y de nuevo tiene que ver con cultura, medio ambiente, historia y desde luego economía. La tipología no es tan simple “La arquitectura crea el espacio y la luz lo define; la luz no es perceptible por sí misma y es la arquitectura lo que la hace evidente; la una no tiene sentido sin la otra pero son completamente distintas”. y los que trabajamos en este campo somos privilegiados al poder matizar- la y disponer de ella en función de la gente y la arquitectura. En particular en México, me parece que de inicio las condiciones climáticas determinan algunos patrones de relación con la luz. Tenemos luz solar muy abundante todo el año, el trópico de Cáncer cruza casi a la mitad del país. En buena parte del territorio vemos moverse el sol de norte a sur y de vuelta a lo largo del año y tenemos días largos. Las sombras son generalmente duras porque predominan los cielos despejados. Todo esto es un marco para nuestra relación con la luz. Por otra parte, la cultura mexicana se forma a partir del cruce de dos culturas con fuertes tradiciones e historia, de lo cual surgen valores muy particulares en la arquitectura, el uso de los espacios, galerías. En contraste, en México los museos son espacios cerrados donde la luz solar no tiene cabida. En muchos casos, se aduce a la necesidad de mantener niveles bajos de radiación sobre la obra pero en el fondo es un tema cultural. Nos resguardamos del sol porque es muy abundante y el espacio del museo debe ser muy confortable. La penumbra resulta reconfortante y al cancelar la luz solar en los recintos de exposición bus- camos evitar el contacto con esa fuente de energía tan poderosa. Por otra parte, la cultura mexicana es muy emocional. No podemos mostrar una pieza arqueológica simplemente sobre una base, cubierta por un capelo de vidrio y con una cédula que diga su origen y algún dato esencial. No, la te- nemos que poner en contexto y eso im- y no podemos decir que todo mundo hace las cosas de una forma determina- da solo por su ubicación geográfica. Sin embargo, hay elementos característicos de algunos grupos en especial. Todos tenemos algún grado de acercamiento con la serenidad y paz de la arquitectura japonesa, en la cual la iluminación tien- de a ser muy sencilla e integrada de for- ma muy natural con los espacios, y esa forma de resolver el ambiente visual es resultado de cientos o miles de años de desarrollar un carácter y una forma de vida en función de su ambiente natural y sus condiciones sociales. Los diseña- dores de iluminación que crecieron bajo dichas condiciones reflejan estos valores de integración, sencillez y serenidad en su trabajo aun cuando hagan proyectos en otros sitios del mundo. En contraste, las grandes urbes sobre la