El proyecto, obra de Oscar Tus- quets Blanca, se enmarca dentro de un conjunto de encargos que la Metropolitana di Nápoli ha realizado a distintos arquitectos de renombre internacional para la construcción de las paradas de la nueva red de metro de la ciudad. Junto a Oscar se encuentran otros arquitectos como Gae Aulenti, Alessandro Mendini o Karim Rashid, y se espera en un futuro la construcción de paradas por Rem Koolhas, Álvaro Siza y Benedetta Tagliabue, entre otros. Ésta es sin duda una apuesta por ele- var la calidad de estos espacios de coti- dianidad, muchas veces relegados a un abandono estético, entendiendo erró- neamente que su alto compromiso con la función se lo impide. Un proyecto con la mirada clara hacia buenos referentes como lo son las estaciones del metro de Estocolomo o las de Munich. La primera vez que Oscar Tusquets nos presentó la propuesta del proyec- to ya pudimos comprender que no tan solo íbamos a iluminar una estación de metro, sino que deberíamos hacer que cada uno de sus espacios y cada instan- te del recorrido fuese una experiencia sensorial, en el que la luz seria decisiva. En los primeros esbozos ya se veían las decisiones mas importantes del proyecto y que han sido el leitmotiv de todo el desarrollo. Primero el gran pozo de luz de 40 metros de altura que atra- viesa todo el espacio, que comunica el exterior con la profundidad del subsue- lo. Un lucernario cónico de dimensiones sin precedentes que nos recuerda a las minas romanas, cercanas a Nápoles, y que articula el recorrido de descenso. Segundo, el tratamiento de las super- ficies que nos hace visible, a través de los colores terrosos o azules, la situación del nivel del mar. Más de la mitad de la estación está sumergida y a lo largo del recorrido de descenso se nos muestra como transitamos de las capas pétreas y terrosas hasta las profundidades acuá- ticas, hasta llegar a lo más profundo, cuando terminamos por vislumbrar el óculo del lucernario sobre el que po- cos minutos antes mirábamos desde la superficie de la plaza pero que ahora se REPORTAJE|25 nos muestra como un resplandor de luz que orienta nuestra mirada sumergida bajo el fondo del mar. Experiencia plástica La componente escenográfica del espa- cio es constante e implícita en cada uno de los detalles de este. La luz debía for- mar parte de esta experiencia plástica arrojando aquella que cada uno de los materiales necesita, ayudando a dibu- jar el espacio, pero también haciendo que cada una de las luminarias pasase a formar parte del mismo. El proyecto además debía resolver la iluminación de las obras de arte diseñadas por William Kentdrige y Bob Wilson entre otros, el primero con un mural de mosaico situa- do en la primera zona de descenso, ha- ciendo hincapié en las texturas pétreas y rugosas y el segundo con una insta- lación de LED situada a lo largo de todo el lucernario cónico con control punto a punto que permite ser utilizada como un gran display de colores, que tiene como objetivo transformar constantemente la apariencia del cono, proporcionando Luciano Romano