61 SENSÓRICA Figura 6. Arquitectura del sistema Compoball para la medida de la temperatura y humedad desde el interior de las pilas de compostaje. ción de una sonda, lo que provoca un esfuerzo humano y económico importante que impide su uso continuo. Ade- más, automatizar estas sondas puede no ser una solución viable ante la necesidad periódica de controlar la aireación mediante el volteo de las pilas de material. En el caso de la humedad, actualmente lo habitual es estimarla mediante la extracción de muestras que deben ser analizadas en un la- boratorio. Existe, pues, una clara necesidad de proporcionar a los ope- radores de compostaje una mejor tecnología para el control del proceso, especialmente en vista a unas regulaciones cada vez más estrictas y a la demanda por parte del merca- do de un compost de mayor calidad. El proyecto Compoball, subvencionado por la unión europea en el Séptimo Progra- ma Marco, da respuesta a esta necesidad con el desarrollo de una red de sensores autónomos, que mide de forma continua temperatura y humedad desde el interior del ma- terial durante todo el proceso de compostaje (superior a cien días). Para conseguirlo se han tenido que superar varios retos tecnológicos que buscaban adaptar la red de sensores a las duras condiciones de trabajo ambientales (temperatu- ras superiores a 80 °C y humedades elevadas), y presentar elevada resistencia a ataques químicos, creados por el pro- pio proceso de descomposición del material, y gran resis- tencia a los golpes y movimientos generados por el proceso periódico de volteo del material. El resultado ha sido unos nodos sensores en forma de bola, protegidos con poliure- tano rígido, que comunican los datos de temperatura y hu- medad medidos mediante comunicación inalámbrica en banda ISM (434 MHz), y que presentan un alcance de hasta 5 m en el interior del compost. Para garantizar su estanquei- dad no hace falta abrir los nodos para recargar las baterías ya que éstas son recargadas con métodos inductivos. Su coste es suficientemente bajo para lograr una red con un número importante de nodos que permita caracterizar per- fectamente el material a pesar de su gran heterogeneidad. Conclusión Las redes inalámbricas de sensores son una tecnología que extiende el concepto de medidas distribuidas a situaciones donde la potencia de cálculo y la energía eléctrica disponible en cada nodo son pequeñas, pero donde la capacidad de comunicación de los nodos y su organización permiten transportar, con un coste asequible, la información hasta un punto de control que puede estar muy lejos de la zona de medida. Esto permite obtener en tiempo real información que antes sólo se podía obtener mediante registradores de datos remotos (data loggers). Debido a su menor coste de instalación, material y tiempo respecto a las redes cableadas, y la posibilidad de autocon- figurarse para aceptar nuevos nodos, fijos o móviles, o pres- cindir de alguno de ellos, las redes inalámbricas de sensores van penetrando en todos los sectores productivos con una velocidad acorde a las peculiaridades de cada sector, tal como ha sucedido con otras tecnologías. Una velocidad ex- cesiva, impulsada por la dinámica de la tecnología en sí misma, puede llevar a fracasos rotundos. Pero una velocidad demasiado lenta, normalmente fruto de la comprensible re- sistencia al cambio y de la prudencia frente a lo desconoci- do, puede ser también un síntoma inequívoco de una pérdida de competitividad que hace inevitable la desapari- ción en un futuro próximo. En cualquier caso, las aplicaciones agroambientales, igual que las demás, sólo se podrán justificar si el beneficio neto supera el coste, y cuando hay muchos puntos de medida hay que diseñar nodos sensores que puede que tengan que basarse en nuevos principios de medida, quizá aprovechan- do microsensores desarrollados para otras aplicaciones, nuevos métodos de procesamiento de las señales o ambos y, en cualquier caso, en métodos eficientes para acondicio- nar la energía captada con paneles solares de dimensiones reducidas o muy reducidas.I tecnología